Querido Juan Antonio Cantarero Sanz, vecino mío de La Cañada, es un placer saberte tan cerca pues será más fácil reclamarte responsabilidades por lo que a mi o mi familia le aconteciera.
Me ha costado escribir esta carta pues pensaba que era darte mayor importancia de la que tienes. Pero dado que la situación de riesgo que corro cada día es tan grande, y que ya tenía cerrado el testamento, no quería dejar hilos sueltos por lo que pueda pasar.
Además de ser mal periodista con tantos errores y mentiras (y para muestra confundes organizaciones con operaciones policiales), la mala baba con que calificas y juzgas a los demás, lo mismo que las acusaciones y difamaciones contra personas absueltas, no pueden, ni deben, salirte gratis, y más cuando osas poner en riesgo a quienes combaten terroristas genocidas en primera línea.
Quiero que sepas que ya se han iniciado acciones legales, todas las que te puedas imaginar y alguna más, para que no te salga gratis tanta basura pseudoperiodística.
Espero que te paguen bien los medios mediocres para los que trabajas, ya que vamos a ir a por ti y no descansaremos hasta que repares todo el daño que has hecho, y no lo digo por mi, a mi me resbalan tus mentiras.
Tu no puedes herirme aunque quieras, yo soy incienso quemado por mi Dios, soy humo en sacrificio por una causa que tu mediocre alma no alcanza a entender.
Pero en buenas manos dejo la labor de hacer justicia. No podía irme mañana al frente sin ampliar mi testamento, última voluntad que sí yo no alcanzo a ver, mis camaradas sabrán hacer valer.
No, no es odio… Yo no odio ni a los enemigos que tengo enfrente, sólo es justicia.
¡Saludos en Cristo Rey!