Escuchando por la red un vídeo de sentido homenaje a Ramiro Ledesma, un camarada falangista proclamo una pregunta que llegó a emocionarme, me confirió un creer de profunda sensibilidad. Somos los últimos, somos lo digno, e hijos y nietos tendremos, y nos preguntaran con la cara orgullosa y repleta de anhelos. -Abuelo, ¿Cuándo desmembraran España tu qué hiciste? -Veréis hijos míos, sentir impotencia, sentir coraje. Ver como desde tu humilde posición en un perdido pueblo nada podías hacer ante la situación pragmática. Hijos, yo amé España, yo cultivé su lengua, yo transité sus sendas, y bebí de sus arroyos, yo me crié en su corazón y crisol, Toledo. Yo milité en grupos patriotas. Yo leí a Garcilaso, a Calderón, y a José Antonio mientras otros leían novelas alevosas repletas de pornografía.

Hijos, emulé al Cid, respete en el anhelo la Monarquía medieval, jamás mostré pleitesía o respeto por la Constitución traidora del tiempo democrático. Entonces, en mi juventud, leía Clásicos griegos, que son Alma del Mediterráneo de nuestro Levante. En la juventud no sucumbí al vicio, a la droga o a la apatía. Caminé y divague , miré a los cielos buscando a Dios, me solemnicé en los cementerios, me calenté joven al fuego de los Domingos de nuestro Señor Jesucristo. Defendí la Familia y la Tradición, tomé comunión, me mostré fiero con los apolíticos, me imbuí en la Filosofía de nuestra existencia ya que nada podíamos hacer, pues nada nos era permitido, éramos proscritos, la prensa nos condenó al silencio más sepulcral. Me quedó la Cultura, el Arte y la Natura, medite las gestas del Imperio y las elogié en mis escritos, me emocioné con sus urbes y sus villas, ascendí a su Covadonga y su Luarca, recorrí su gótico mesetario, amé San Juan de Duero.

Hijos, yo era un amante de mi valle, de mi Obradoiro, yo fui enemigo de liberales, invasores y maleantes. Cargaba lecturas a mis costillas, sentí la fragancia de los viejo, hablé con mi patrona de los Remedios, fui aprendiz de mi laborioso y germánico padre. Hijos, yo pretendí un Portugal español, yo pretendí una Cataluña catalana y española, yo quise una España alejada de Sión y de la Unión «Europea». Yo hice a España una teoría, el Nacionalsindicalismo español, yo di poesía a nuestro pesimista Baroco, conversé con ancianos, observe ignorancias que siempre quise remediar.

Mi España, hijos, era de San Andrés y Santiago, de Fernán González y los Medinaceli, de los hijos de Castilla y Aragón. Yo fui a España lo que Granada y la Santa Fe fueron a la Monarquía moderna unitaria. Yo alcé a los divisionarios, yo calcé la Pólvora y la Sangre de mi bandera, yo crecí en porticadas plazas de soportales. Denuncié al judío que nos debe un 1492, soporté los ataques de la siempre cobarde izquierda. Mantuve en Juventud y ahora en vejez lo que vi en mi Alcázar toledano de boca de Carlos Rey. «Si en la pelea veis caer mi caballo y mi estandarte levantad a este primero que a mí». La Bandera es mi Honor, el Arte mi entrega, y vosotros, nobles infantes, lo mejor que yo hice por España.

Carlos Martín Alguacil (Escrito el 6 de septiembre de 2015)