Estos días no podemos sino recordar, la barbarie cometida por «Los Aliados» en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Sendos bombardeos atómicos ordenados por Harry Truman, el entonces presidente de los EEUU, tras una reunión celebrada con Churchill y Stalin en la Conferencia de Postdam.
Entre los días 6 y 9 de agosto de 1945, se llevaron a cabo los ataques nucleares mencionados, tras seis meses de intenso bombardeo de otras 67 ciudades japonesas.
Pueblo japonés, in Memoriam.
Las bombas de Hiroshima y Nagasaki acabaron con la vida de más de 250.000 personas y dejaron un legado de horror que aún perdura en nuestros días. En los siguientes años, la destrucción de ambas ciudades quedó asociada con las imágenes de edificios arrasados y llanuras llenas de escombros. Pero, ¿dónde estaban las víctimas? A principios de 1946, las autoridades estadounidenses habían ordenado la destrucción de centenares de fotografías y prohibido la difusión de cualquier testimonio de la masacre. Se prohibió a la población japonesa cualquier comentario sobre los bombardeos o las informaciones que pudieran “alterar la tranquilidad pública”.
Con los años, salieron a la luz algunos de los documentos clasificados como “alto secreto”, pero Hiroshima y Nagasaki siguieron quedando como un terrible dato en la enciclopedia; a diferencia de lo que sucediera con otras infaustas masacres – las pilas de cadáveres de Mauthausen o los gaseados en el Kurdistán -, en Hiroshima y Nagasaki no quedó imagen ni conciencia del horror, solo unos centenares de miles de víctimas sin nombre, convertidas en una cifra escalofriante a la que nadie ponía cara.
Lo que vais a ver es un testimonio de la más horrible destrucción causada por el ser humano, una recopilación de fotografías que se han publicado otras veces, pero raramente juntas. Aquellos que no estén preparados, o solo sientan el impulso del morbo, por favor, que se queden en la puerta. Los demás, pasad con respeto; el único objeto de esta entrada es evitar que la ignominia caiga en el olvido.
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