El último episodio de la todopoderosa Rita Barberá ha sido el colofón a su etapa al frente del PP en Valencia, donde la corrupción generalizada se ha extendido como una inmensa mancha de aceite, llegando a todos los niveles de la administración y de las empresas subcontratadas por la misma.
A la derecha cobarde, traidora, corrompida y corrupta del PP le espera un otoño calentito, donde los procesos judiciales en los que están inmersos muchos de sus máximos dirigentes, alcanzan su punto álgido.
Se creen estar por encima del bien y del mal, y decisiones como la de nombrar al ex-ministro Soria como representante ante el FMI, después de su salida del gobierno de España, por «no acordarse» de haber gestionado cuentas en el paraíso fiscal de Panamá, no hacen sino demostrar que lo verdaderamente corrupto es el Sistema.
Este sistema liberal-burgués que ha conseguido igualar a los partidos de izquierdas o de derechas, a sindicatos y a patronos, a la hora de robar los dineros públicos a manos llenas, para beneficio de todos ellos y del chiringuito que tienen montado al calor de esa monarquía, tan corrupta como el que más.
Y aquí seguimos con un gobierno que dice no tener que dar explicaciones al estar «en funciones» y que se agarra a la poltrona como a un clavo ardiendo para evitar dar explicaciones de porqué se borraron los ordenadores del chorizo Bárcenas, cuando dejó de ser el tesorero de la banda, para no dejar rastro alguno del dinero negro que se repartían Rajoy y compañía.