Hace unos meses nos solidarizábamos con la huelga del sector del transporte, apoyábamos sus justas reivindicaciones y exigíamos al Gobierno medidas urgentes con el precio del carburante.
El cálculo del coste político de estas protestas y del malestar generalizado hizo mover ficha al poder político, pero como siempre, en este maldito régimen de partidos políticos, lo hizo a lo trilero y jugando con la necesidad de los transportistas de volver al trabajo para dar de comer a sus familias y de su responsabilidad con los otros sectores productivos que dependen de él.
Unas simples «cuentas» nos dejan el engaño político más que demostrado:
En España, el 50% del precio de la gasolina se corresponde a impuestos. Desde enero del 2021 sufrimos un aumento injustificado del precio del carburante: El precio medio del litro ha aumentado unos 80 cts. Es decir, el Estado ha aumentado unos 40 cts lo que ya se llevaba por litro que no era poco.
De esos 40 cts. de más se nos devuelven 15 cts y encima quieren (y consiguen) que les demos las gracias. Por no hablar de esos 5 cts que ha de poner la gasolinera y que nadie duda que, con la lógica del mercado capitalista, los sube del precio para restarlo posteriormente.
El Gobierno de España y la Unión Europea han vuelto a demostrar no sólo su incapacidad a la hora de afrontar los problemas reales, sino que los aprovechan para esquilmar más a los ciudadanos mientras nos engañan con «cuentos» sobre Ucrania, pandemias y cambios climáticos. La solución sencilla y urgente era meridianamente clara: Poner un techo a los precios que protegiera de esta eventualidad a ciudadanos, trabajadores y sectores afectados influyendo directamente en la elevada inflación que padecemos. Con la gran carga impositiva de la gasolina tenían márgen de sobras.
A los españoles nos mean encima y nos dicen que llueve. Mas lo grave es que una gran mayoría se lo cree. Esta estupidez generalizada ante estos burdos engaños no es fruto de la casualidad. Detrás de esta incapacidad hay un concienzudo plan mediático, ideológico y cultural para ser siervos «felices» en un sistema injusto que nos esclaviza.
Y así todo…
Desde La Falange seguimos intentando un despertar colectivo capaz de recuperar nuestra dignidad como hombres. Un despertar que arrebate al Capital el puesto dominante que tiene hoy para devolvérselo a la Justicia Social.