Celebramos la conmemoración del 524 aniversario de la recuperación del territorio peninsular del invasor musulmán.

Aunque quizá ahora haya más musulmanes que en 1492 (en la época seguro que no había alrededor de seis millones de musulmanes en toda la península).

El día de la liberación coincide, 2 de enero, con el de la venida de la Virgen en carne mortal a Zaragoza.

Aprovechando ambos acontecimientos y otro viaje a una casa familiar quiero volver a hacer una propuesta que en tiempos lanzó el P. Abad (de apellido).

Volví a estar en San Millán de la Cogolla, cuna del español [*] [**] .

La primeras palabras escritas en español son las siguientes:

«Con la ayuda de Nuestro Dueño Dueño Cristo, Dueño Salvador el cual Dueño está en la gloria y Dueño que tiene el mando con el Padre, con el Espiritu Santo en los siglos de los siglos.

Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén »

codiceemilianense

CÓDICE EMILIANENSE 60, PÁG. 72 donde aparece el citado texto (la glosa es la anotación en el lateral derecho)

El primer escrito en español debía pasar al devocionario de todo hispano hablante, de los cientos de millones de habitantes del mundo que hoy se expresan en la lengua que nació con palabras de servicio a Dios en la tierra y de esperanza gozosa en el Cielo.
Por eso el P. Abad nos propone que oremos con ellas.

Siempre ha sido sagrado el primer escrito conservado y conocido en cada uno de los idiomas.

  • El primer escrito en francés [***] es del año 842 y se trata de un documento político, las capitulaciones llamadas de Estrasburgo: una alianza ofensiva y defensiva entre Carlos el Calvo y Luis el Germánico, nietos ambos de Carlomagno.
  • El primer escrito en italiano [****] es del año 960 y se trata de un documento jurídico, firmado en Capua, para reivindicar unas tierras a favor del monasterio de Montecasino.
  • El primer escrito en español es aproximadamente del año 975, final del siglo X, y se trata de una afirmación de fe en el misterio de la Santísima Trinidad y de una oración dirigida a Dios.

Insistamos un momento en el dato, acudiendo a la socorrida comparación de los tres países, francés, italiano y español, plenamente justificados en este caso.

CapitulacionesEstrasburgo

En 842 el rey de los francos orientales Luis el Germánico (hoy Alemania) y el de los occidentales Carlos el Calvo (hoy Francia), pronunciaron ante sus respectivos ejércitos el juramento de Estrasburgo

documcapua

Placito Capuano

El documento francés es politico, el italiano administrativo, el español religioso.
Dámaso Alonso, en su momento Presidente de la Real Academia de la lengua, comentó así el dato:

«No puede ser azar, no [*****] . O, si acaso lo es, dejadme esta emoción que me llena al pensar que las primeras palabras enhebradas en sentido, que puedo leer en mi lengua española, sean una oración temblorosa y humilde.

El César bien dijo que el español era lengua para hablar con Dios. El primer vagido del español es extraordinario entre sus lenguas hermanas. No se dirige a la tierra: con Dios habla, y no con los hombres».

De las cuarenta y tres palabras del primer texto escrito en castellano es preciso destacar las catorce últimas.

Las ventinueve anteriores, es decir, la profesión de fe en el misterio de la Santísima Trinidad, son una tradución del texto latino de al lado, aunque se trate de una tradución libre y ampliada.

Las catorce siguientes son una oración totalmente original.

Podemos decir que el monje anónimo de San Millán es, en el primer caso glosador, y en el segundo verdadero y legítimo autor.

Autor original de catorce palabras, de apenas dos líneas. Pero a un autor no se le mide por la cantidad, sino por la calidad.

Y la oración que plasmó el monje riojano creemos que es de una calidad y de una fuerza insuperable.

«Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amen»

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