Que nuestras Fuerzas Armadas han perdido gran parte de la dignidad que tuvieron en algún momento es un hecho más que palpable y difícilmente rebatible. Se han convertido en una ONG más preocupada en reír las gracias al político de turno, que en garantizar la Unidad Nacional y la independencia de nuestra Patria. 

Y en un ejemplo mas de quiénes las adoctrinan, y qué enseñanzas son las que marcan su actuación desde que se aprobó está basura de Constitución, esta semana han recibido la directriz oportuna por parte de Juan Carlos Monedero, a la sazón, dirigente comunista y fundador de Podemos. Y para más señas traidor a España, a su historia, a sus tradiciones y a la cultura que la hicieron grande, muy grande en el pasado.

Este amigo de terroristas y de regímenes como el cubano o el venezolano, fue el encargado del adoctrinamiento a los oficiales y jefes superiores del Ejército en el CESEDEN -Centro Superior de Estudios de la Defensa-; y que se sepa ninguno de ellos salió contrariado ni nada parecido. Se ve que están encantados con este tipo de personajes y lo que les cuentan. 

Por eso no es de extrañar que toda esta «tropa» reniegue de lo que hicieron Yagüe, Muñoz Grandes o Millán Astray, y estén más a gusto haciendo de mamporreros de norteamericanos, franceses o ingleses, donde han quedado relegados a un papel ridículo y casi anecdótico. Tampoco es nada nuevo. Pertenecen a esa masonería que lleva infiltrada siglos en la cúpula militar con el objetivo de acabar con la España que hemos conocido durante siglos.

En el año 1936, y en parte obligados por la actuación de los falangistas que ya peleaban a tiros a los enemigos de España en las calles y en los caminos, una parte de ese ejército, minoritaria pero decidida a no permitir que nos convirtiéramos en un satélite más de la Unión Soviética, dio el paso adelante y se enfrentó con las armas en la mano a ese gobierno republicano que pretendía la desaparición física de, al menos, la mitad de la población. 

Y con su actuación valiente y decidida, como la que tuvieron en Rusia, luchando contra el comunismo con la inigualable División Azul, se ganaron el respeto y la admiración a la que jamás podrán aspirar estos estómagos agradecidos que desde hace años se arrastran por la cúpula militar.

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