En todas partes podemos encontrar lo mismo, dos caras de una misma moneda. No importa en que tipo de organización nos encontremos, grupo religioso, sindicato, movimiento político, asociación o milicia. Siempre nos encontraremos con dos tipos de personas o actitudes contrapuestas. No siempre son las mismas personas que ocupan un rol fijo. Muchas veces las personas pueden, según su actitud, tomar uno o el contrario, dependiendo de su estado de ánimo o circunstancias. Yo dividiría en dos grupos marcadamente positivos o negativos para el desarrollo de cualquier organización.
Los IDEALISTAS son aquellas personas que deciden entregarse a una causa. Son desinteresadas, altruistas… anteponen la organización y las ideas a cualquier deseo personal. Se sacrifican y tratan de ser siempre positivos. Justifican los errores y les quitan importancia destacando lo bueno. No se dejan llevar por el desánimo ni arrastran a otros al pesimismo. Pueden superar cualquier prueba tratando de sacar una sonrisa incluso en los momentos más difíciles. Apoyan a sus mandos, trabajan sin mirar tiempo, no se fijan en lo que otros hacen sino solo en lo que ellos pueden aportar. Nunca buscan el beneficio propio, ni material, ni en especies. Son personas que trasmiten buena onda, optimismo y ganas de seguir adelante. Son muy exigentes con ellos mismos e indulgentes con los demás. Saben perdonar y superan cualquier crisis con la mejor actitud. No se dejan embaucar por los negativos del grupo y están vacunados frente a los tóxicos. Esta gente hay que promoverla y contar con ellos para todo, imprimirán un carácter positivo y buen ambiente de trabajo y lucha. No confundir con bobos o gente que se conforma con poco, muy al contrario, su actitud viene por la capacidad de ver más allá del simple detalle. Son visionarios que saben valorar y ver los resultados de su actitud por encima de su capricho o ánimo circunstancial.
Luego están los TÓXICOS, amargados que trasmiten amargura. Pesimistas y negativos que todo lo que tocan contaminan, muchas veces basta con su sola presencia para que el ambiente se enrarezca y la gente se vea decaída y desganada. Suelen ser fracasados en todo, pues lo que hacen se ve como reflejo de su estado de ánimo. Incluso en los pequeños éxitos serán capaces de ver “peros». Tienen impresa la “ley del embudo» son muy exigentes con los demás y muy indulgentes consigo mismos. No admiten la crítica propia pero son inmisericordes con los demás. Les gusta hacer lo que les apetece en cada momento, la conveniencia del grupo es secundario, si coincide ambos intereses aportarán, sino, primero ellos y luego lo colectivo. Suelen ser rácanos con el dinero, les duele aportar pues están para recibir, el beneficio entendido como su negocio frente al interés del grupo. Buscan fama, beneficio, satisfacción propia, vanagloria… aunque a veces cueste descubrir, pues tampoco son tontos y se saben enmascarar. Esta gente destructiva hay que mantenerla fuera, lo más lejos de los puestos de mando, pues portan un virus altamente contagioso y de difícil cura. Son como un cáncer, sin cura y que hay que extirpar aunque sea doloroso.
Sí, también aquí nos encontramos con estos dos tipos de militantes. Aunque a veces, llevados por circunstancias, todos podamos tener ramalazos en uno u otro sentido sin que por ello debamos ser etiquetados a la primera de cambio. Muchas veces la opinión del tóxico puede servir para aprender o ponernos sobre la tierra, hay que saber también valorar eso, pero sobre todo nos servirá para detectar quién aporta y quien debe ser apartado. El generoso e idealista aunque impregnado de tintes tóxicos, podrá darse cuenta a tiempo y cambiar a poco que se lo indiquemos. No se trata de callar opiniones disidentes o críticas, la critica y la disidencia son muy positivas para corregirse y mejorar. Es más, sin critica no hay crecimiento. Nuestra milicia se basa en la capacidad de crítica y de autocrítica como medio de superarse. Pero siempre con buena actitud, respeto y buena voluntad, nunca desde el desánimo o la voluntad destructiva. La capacidad de aceptar las críticas incluso cuando no las compartamos, entendiendo hay buena voluntad en quien la formula. Así como la capacidad de criticar desde el respeto e incluso el cariño. Son indispensables para el buen funcionamiento de todo grupo humano. Empezando por la pareja, la familia, el grupo de amigos o cualquier tipo de organización social, laboral o ideológica.
Hace tiempo me fijo mucho en esto y con la edad soy menos condescendiente con los tóxicos. Hay que ser comprensivo con las personas e ideas, pero intolerante con las actitudes perjudiciales. No se puede ser tolerante con el error so pena de ser destruido por él. Allá cada cual con su futuro, pero cuando hablamos del futuro de lo que estamos construyendo, debemos ser drásticos con quienes socavan nuestro trabajo. A ellos les da igual, una vez conseguido el propósito que buscaban, no tienen miramiento en dejar basura sobre la obra que los camaradas están creando con su sacrificio y trabajo. Ellos están fuera, ya no les importa, ahora buscarán otras víctimas a los que vampirizar y tratar de aprovechar para alimentar su ego, viven así, de flor en flor, chupando lo que les interesa y sin comprometerse con nada. Gente de paso incapaces del compromiso y sin lealtad alguna, salvo a sí mismos. Por supuesto a poco que no se les siga la corriente buscarán excusas para vender la organización. Cualquier excusa es buena para salvar el culo propio, aún a costa de la traición.
Pero no os preocupéis, el tiempo pone a cada uno en su lugar y al final sale a la vista quien es quien. El idealista se llena de amigos por donde pasa, su fama crece y se termina por valorar su trabajo. El tóxico se va cerrando puertas y ganando enemigos, se queda solo. Esto es algo que todavía lo turba más y llena de resentimiento, la envidia es una característica propia del tóxico, y no puede con el triunfo de los demás. Tratará también de socavar la fama del resto, aún a costa de mentiras, y esto todavía se le vuelve más en su contra, es una caída libre en la espiral de su desgracia.
No seas tóxico , no te rodees de tóxicos, trata de ser siempre gente que aporte, soldado inasequible al desaliento y contra viento y marea sé capaz de sacar adelante cualquier proyecto o combate. Estate del lado de los que construyen, de los forjadores de historia y de los que el tiempo juzgará como arquitectos de una obra. No os situéis en el lado oscuro, con los desencantados, los marginados por sí mismos y en definitiva los que serán juzgados como negativos y destructores.
Dios da libre albedrío, y por esa libertad permite lo bueno y lo malo, lo que no exime de la responsabilidad y consecuencias que cada uno se gane. Aún dentro del error, la intención es lo que cuenta, o al menos podrá ser causa de eximente. Pero hay de aquellos que con mala voluntad sean herramientas del maligno, más les hubiera valido no haber nacido.
Paz y bien.
Bahoz Şoreş