Que el lobo se dedique a cuidar a las ovejas, ya sabemos cómo termina, y por eso, que Manuel Moix haya tenido que dimitir como Jefe de la Fiscalía Anticorrupción, era algo más que esperado y saludable, teniendo en cuenta que había escondido su participación en una sociedad radicada en Panamá, paraíso en el que parece terminan todos los que de una u otra manera quieren esconder actividades ilícitas de carácter económico y que luego se permiten dar lecciones a los demás sobre pagos de impuestos y, como es este caso, dicen luchar contra la corrupción generalizada que se extiende de manera inexorable por España.
Nos alegramos también, y mucho, de que éste «pájaro» haya caído, víctima de esa guerra civil declarada en la Fiscalía, en los Juzgados y en la llamada «Justicia» en general, que se encuentra manipulada, coaccionada y utilizada por esta basura de partidos políticos que dicen representar a los españoles.
Y la alegría es doble, teniendo en cuenta su participación activa y determinante en el uso que se hizo de la Fiscalía de Madrid, de la que era su Fiscal-Jefe, durante los sucesos de Blanquerna, donde mostró un especial interés en perseguir a los patriotas que actuaron como última línea de defensa contra los separatistas que pretendían y pretenden la destrucción de España y de su sagrada Unidad.
Fue utilizado como un títere por el PP corrupto y acomplejado que siempre le protegió y le «aupó» como queda más que evidenciado en las escuchas efectuadas a los implicados en la Gurtel o en la Lezo.
Esta es la «Justicia» que nos persigue y que pretende nuestra desaparición. Si pudieran volver a poner en marcha las «checas», como disfrutarían. Claro que enfrente tendrían y tendrán a los mismos que demostraron coraje y valor en Alcubierre, en el Cuartel de la Montaña, en Brunete, en el Alto del León o en Somosierra.