La Falange, siguiendo a su pesar el juego democrático que controla este estado liberal comunistoide, ha presentado candidatura a las próximas elecciones en la Comunidad de Madrid. Se han cumplido los plazos, los trámites establecidos, y el día 2 de abril la Junta Electoral Provincial de Madrid publicó la lista de candidaturas de las Elecciones a la Asamblea de Madrid 2021 (Circunscripción Electoral Madrid), en «FASE PRESENTACIÓN».

Pues bien, ayer, día 9 de abril, un grupo (más bien una banda organizada), llamada » asociación de abogados Drets (”derechos”, en catalán) ha remitido sendos escritos a la Junta Electoral Central y a la de Madrid para que anulen la candidatura de Falange Española, invocando las facultades que la ley orgánica de Régimen Electoral General (LOREG) concede a esos organismos.

Ya se sabe, está en boca de todo el sistema «democrático», La Falange, los falangistas «no somos nadie» no tenemos representación en el puñetero arco parlamentario, no pintamos nada, no somos «nada», pero… a los actores del circo parlamentario les preocupa, o más bien, les da miedo que la doctrina Falangista, la antigua doctrina de amor y de guerra, cuyos ideales se forjaron en el fuego del amor a la Sagrada Patria y en el amor a la verdadera Justicia Social, y que hoy, tanto o más que nunca, son de «extrema necesidad» para un pueblo que se muere de asco y de estupidez revolcándose en el cieno «democrático», pues bien, que esos altos ideales lleguen al corazón de tanto español desesperado les produce miedo.

Alegan que en la candidatura falangista figuran hombres «condenados» por haber intervenido en el «caso Blanquerna». ¡¡¡Oh, terrible delito¡¡¡ Mucho más terrible que odiar a España descaradamente, que robar utilizando la pasta del estado para beneficio propio o del de los de sus respectivas bandas.

Una vez más, es el mundo al revés, los odiadores de la Patria juegan a este juego vil y, claro, son ellos los que ponen sus condiciones y deciden quiénes deben quedar fuera del sucio y carísimo juego.

Desde luego, no interesa que entre la porquería izquierdosa y derechosa se dé espacio al aire fresco y digno de los Falangistas… que bien conocían los fundadores de La Falange lo sucio que podía llegar a ser el sistema este llamado democracia liberal. A aquellos se los cargaron, los asesinaron cobardemente. Quedó su ejemplo y quedó su ideal. Y es sabido que un gran ideal es lo más peligroso para hacer que una Nación despierte y abandone la miseria moral: «Ya es hora de acabar con la idolatría electoral. Las muchedumbres son falibles como los individuos, y generalmente yerran más. La verdad es la verdad (aunque tenga cien votos), y la mentira es mentira (aunque tenga cien millones). Lo que hace falta es buscar con ahínco la verdad, creer en ella e imponerla, contra los menos o contra los más. Esa es la gran tarea del conductor de masas: operar sobre ellas para transformarlas, para elevarlas, para templarlas; no ponerlas a temperatura de paroxismo para después pedirles (como en el circo de Roma la plebe embriagada) decisiones de vida y muerte. Y este deber (gloriosamente duro) es tanto más apremiante en nuestra España, donde cien años de desaliento y de pereza han sumido a nuestra masa en la más desoladora mediocridad. Todo lo que se haga por sacudirla será poco. Pero mientras sólo se la halague y se la sirva, no se hará otra cosa que estabilizar la mediocridad.» (José Antonio Primo de Rivera, julio de 1935).

«Los últimos partidarios de la democracia, fracasada y en crisis, procuran, con la mala intención que es de suponer y en defensa de los reductos agrietados, llevar el confusionismo al pensamiento de las gentes. Estamos aquí nosotros para impedir el engaño de todos los que no quieren dejarse engañar. Nosotros no propugnamos una Dictadura que logre el calafateo del barco que se hunde, que remedie el mal de una temporada y que suponga sólo una solución de continuidad en los sistemas y en las prácticas del ruinoso liberalismo. Vamos, por el contrario, a una organización nacional permanente; a un Estado fuerte, reciamente español, con un Poder ejecutivo que gobierne y una Cámara corporativa que encame las verdaderas realidades nacionales. Que no abogamos por la transitoriedad de una Dictadura, sino por el establecimiento y la permanencia de un sistema. (José Antonio Primo de Rivera, marzo 1933).

Pues nada, sigamos el juego. Quien paga manda, y todos sabemos quién paga.

Elena Pérez

 

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