Estimados señores de la Plataforma en Defensa de la Cruz de Callosa del Segura:

Su comunicado es de todo punto innecesario y por ello, además, bochornoso. En el fondo nos hace profundamente felices que unos católicos tan presuntamente ejemplares se quieran «desvincular taxativa y expresamente» de nosotros tratándonos como a los leprosos del Evangelio. Acaso nos aproximen más a Cristo. Sin embargo, a ustedes no les va a servir para conseguir el favor de los marxistas que gobiernan su municipio y su comunidad autónoma.

La «independencia» de su plataforma «apolítica» quedó perfectamente retratada el día 16 de diciembre cuando a través de Facebook difundieron una solicitud de información al Ayuntamiento de Callosa del Grupo Municipal del PP sobre el contrato con la empresa encargada de la retirada de la Cruz. Ya lo ven, en lugar de «desmarcarse» o simplemente no hacer nada, la compartieron acompañada de un delirante mensaje propagandístico: «el PP no está de brazos cruzados». Obviamente los usuarios de la red social les contestaron airados que el PP era igual de responsable por no retirar la Ley de Memoria Histórica habiendo gozado de una mayoría absoluta.

La Falange, por su parte, es un partido político con sus estatutos depositados en el Ministerio del Interior en 1995 que concurre repetidamente en procesos electorales y que participa activamente en diferentes ámbitos de la actualidad política. No tienen, por tanto, ninguna lección sobre democracia que darnos.

Y lamentamos tener que corregirles. La Falange SÍ es una organización callosina, como lo es sevillana, gerundense o madrileña. Como organización política de ámbito nacional, estamos también al servicio de los vecinos de Callosa donde además tenemos varios militantes y simpatizantes. Nos sentimos concernidos por lo que ocurre en todos y cada uno de los municipios, provincias y comunidades de España.  

La cruz es, además, un símbolo universal. Hay gentes de todas partes del mundo, sin ningún vínculo con su municipio, que reza para que no sea retirada. Se lo podemos asegurar. Su desesperación por que los marxistas homologuen su corrección política se ha ido de madre al decir que no somos callosinos. ¿O es que uds. son los últimos cafres que tiran al pilón a los forasteros? 

Por suerte nos consta que los vecinos de Callosa del Segura son absolutamente hospitalarios y abiertos y comparten con naturalidad sus señas de identidad. 

Es a ellos y a todos los españoles a quienes queremos tener cerca y junto a quienes queremos defender sus derechos frente al rodillo marxista. Por eso les invitamos a participar en la manifestación que tendrá lugar el próximo día 21 a las 12 h. desde la Av. de la Constitución hasta la Plaza de España, junto a la Cruz. 

La Falange tiene su propia línea de actuación que, obviamente, es independiente y autónoma. Por lo tanto, no creemos que sea necesario consultarles para participar en la vida pública. Lo crean o no, dicho sea desde el respeto, ustedes no son los dueños de la Cruz de los Caídos de Callosa del Segura ni son la única voz autorizada para su defensa.

Al respecto del propio monumento: como es bien sabido, se construyó expresamente con el fin de servir de homenaje y recuerdo a las personas cuyos nombres figuran inscritos. Entre ellos había varios falangistas que fueron asesinados por sus ideas (¿seremos los indicados para defender la memoria de nuestros Caídos?). Los marxistas quieren volver a asesinarles borrando sus nombres y su recuerdo. Les es imprescindible para borrar las huellas de sus crímenes y poder imponer una versión falsa y maniquea de la historia en la que además no hay lugar para Dios. Porque también asesinaban católicos y religiosos por el hecho de serlo.

La Ley de Memoria Histórica, quienes la promueven y aplican, no pretenden la reparación de unas víctimas determinadas si no la persecución de unos principios ideológicos y el ocultamiento de los crímenes de la izquierda.

La historiografía debiera ser el estudio riguroso y científico de los acontecimientos históricos a través de investigaciones, vestigios, documentos, testimonios…  La memoria es, sin embargo, por definición individual y subjetiva. Consagrar por Ley un revisionismo histórico basado en la ideología más destructiva que ha visto la humanidad es algo solo visto en las peores dictaduras comunistas. 

Somos perfectamente conocedores de que estamos en un Estado regido por la ley, que esta se ha de acatar y que si se sobrepasan los límites se deben asumir consecuencias. Sufrimos tantos atropellos arbitrarios sólo por nuestras ideas políticas que nuestros servicios jurídicos ya están hartos de hacer horas extras. 

En virtud de la Ley de Memoria Histórica de la que ustedes se sienten tan orgullosos, miles de españoles se han visto privados desde hace ya años de los servicios religiosos en el Valle de los Caídos por una presunción de culpabilidad ideológica. Estos atentados contra la libertad religiosa, es decir, contra los Derechos Humanos,  los alientan uds. con su postura.

Por todo ello, siendo que se autotitulan católicos, guárdense la defensa del «ordenamiento jurídico» en tanto que por encima del mismo está la defensa de la Justicia, la Verdad y la Ley Natural. Como miembros de la Iglesia deberían uds. repasar su Compendio de Doctrina Social:

«El ciudadano no está obligado en conciencia a seguir las prescripciones de las autoridades civiles si éstas son contrarias a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio.820 Las leyes injustas colocan a la persona moralmente recta ante dramáticos problemas de conciencia: cuando son llamados a colaborar en acciones moralmente ilícitas, tienen la obligación de negarse.821 Además de ser un deber moral, este rechazo es también un derecho humano elemental que, precisamente por ser tal, la misma ley civil debe reconocer y proteger: «Quien recurre a la objeción de conciencia debe estar a salvo no sólo de sanciones penales, sino también de cualquier daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional».822 

Es un grave deber de conciencia no prestar colaboración, ni siquiera formal, 
a aquellas prácticas que, aun siendo admitidas por la legislación civil, están 
en contraste con la ley de Dios. Tal cooperación, en efecto, no puede ser jamás justificada, ni invocando el respeto de la libertad de otros, ni apoyándose en 
el hecho de que es prevista y requerida por la ley civil. Nadie puede sustraerse jamás a la responsabilidad moral de los actos realizados y sobre esta responsabilidad cada uno será juzgado por Dios mismo (cf. Rm 2,6; 14,12).»

(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 399. Pontificio Consejo «Justicia y Paz») 

Un saludo en Cristo.

Viva Cristo Rey

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