Desde La Falange de Barcelona enviamos el siguiente comunicado en relación a la moción sobre la memoria histórica, la simbología y la nomenclatura fascista en el espacio público. Moción presentada por la CUP y votada por los diferentes grupos parlamentarios el 3 de marzo.
Ante la aprobación por unanimidad de la propuesta de la CUP en el Parlamento de Cataluña que condena todas las formas de fascismo, exponemos:
1.- Si entienden por fascismo lo que realmente es –cuestión nada menor-, es decir, el movimiento político que fundó y lideró Mussolini en Italia hace casi 100 años:
Condenarlo políticamente hoy desde una región española es un absurdo descomunal, sólo entendible desde la imbecilidad de los que hoy se sientan en los sillones de este Parlamento.
2.- Si entienden por fascismo ese conjunto de movimientos políticos revolucionarios surgidos a principios del siglo pasado en Europa y que se fundamenta en la defensa y exaltación de la Patria, donde el Estado, además de promover y proteger la actividad económica, le impone su función social. Una corriente ideológica que pretende reconciliar la plusvalía económica con las tareas nacionales y garantizar la dignidad humana mediante la imposición y protección de los derechos sociales:
En este sentido, los falangistas nos sentimos profundamente fascistas, así que ya pueden condenarnos.
Es de un talante “democrático, liberal, socialdemócrata, progresista, alternativo, popular” o llámense como quieran, digno de estudio sociológico; se pasan su existencia cacareando las palabras libertad y derechos humanos pero sólo persiguen quemar en la hoguera a los que pensamos de forma diferente. Será porque nosotros sí ofrecemos una resistencia real al poder financiero mundial que impone su globalización con el salvaje capitalismo o con alguna rémora de esclavismo comunista además de conseguir cuotas de verdadera libertad, dignidad y derechos sociales muchísimo más elevadas que en cualquier otro régimen político.
3.- Por último, y si defienden esa mentira publicitaria que el fascismo es el uso político de la violencia para imponerse, a los que discrepan:
Es de un cinismo atroz que sea la CUP quien presente al Parlamento esta propuesta, ellos que son los batasunos catalanes… El separatismo y el marxismo son quienes han impuesto el terror político en España en las últimas décadas y no el “fascismo”. Cerca de mil asesinados vilmente lo demuestran.
Lo más triste del asunto es la actitud de ciertos partidos políticos que han sufrido esta violencia y que por interés electoral se suman a este despropósito, quizás pensando que así se librarán de la etiqueta “fascista”. No pueden ser más miserables manchando la memoria de los suyos. Todos sabemos que para la CUP no son sólo fascistas los falangistas, las librerías disidentes o las organizaciones patriotas. Para los autodenominados antisistema son también fascistas el Ejército, la casa real, la Justicia, la Policía, los empresarios, los católicos no separatistas, los antiabortistas, los catalanes que se sienten españoles, los que quieren una enseñanza bilingüe, los no feministas, los de derecha, los liberales, todo el Estado Español… y por supuesto el Partido Popular, su secuela –C’s- e incluso el PSOE.
Dentro de la misma moción también se han aprobado diferentes propuestas para “reactivar” la ley de memoria histórica contra nombres de las calles y monumentos catalogados como “franquistas”:
En Cataluña, desde la llegada del nuevo régimen, se inició la manipulación histórica. Uno de los primeros esperpentos fue ya en 1979, el cambio de nombre a la plaza de Calvo Sotelo, líder político de derechas, jefe de la oposición, y asesinado por los socialistas antes de la Guerra Civil. Pero la derecha, siempre cobarde cuando no cómplice, nunca ha presentado batalla.
El talibanismo en versión española no ha necesitado de la coartada de ley de Zapatero para actuar en tierras catalanas. Aún así, deben seguir su “obra” de ingeniería social ahora que la mayoría ya no conoce de primera mano lo sucedido y será la historia “oficial” la que impondrá sus mentiras a la masa.
Los falangistas tampoco hemos sido excepción en sufrir esta persecución: como ejemplo más flagrante la indigna demolición del monumento a José Antonio; monumento construido con aportaciones voluntarias y demolido con erario público.
NO IMPORTA, a los falangistas del 2016 nos ha tocado vivir enfrentados a un poder político que miente y roba sin ruborizarse y que, además, nos odia. Incluso reconocemos que ya nos gusta ser perseguidos por defender el bien común, la verdad y la Justicia en un mundo decadente. Nos sentimos profundamente orgullosos de nuestra historia. Seguiremos luchando contra todo y contra casi todos: las generaciones que han de venir así nos lo exigen.
Jefatura Provincial de La Falange en Barcelona