Desde hace ya bastantes días y según nos cuentan machaconamente los medios, los españolitos encerrados en casa salimos a aplaudir a las 8 en punto de la tarde a las ventanas y balcones de nuestras casas.
El mismo sistema criminal que con su ineptitud y mentiras nos está asesinando por millares se muestra encantado de este gesto tan ampliamente difundido entre los ciudadanos, obedientes ciudadanos.
Cierto es que dichos aplausos van dirigidos a los sufridos trabajadores sanitarios que bajo la amenaza mortal del famoso virus no dan abasto realizando turnos brutales en condiciones que no tienen nada que ver con el cacareado «Estado de Bienestar» que ya hace tiempo que dejó de serlo para la mayoría.
Sin embargo, a estas alturas, los aplausos han pasado a ser un síntoma más que demuestra lo gilipollas que son los «demócratas». Sí, esos mismos que lo mismo gozan con la «fiesta de la democracia», o sea, las nefastas elecciones, que estando encerrados en casa bajo amenaza de multas y hasta cárcel.
A la hora de los aplausos, ¿también aplaudimos por los miles y miles de muertos que esta epidemia, ayudada por la ineficacia y manipulación institucional, nos está dejando? La fiesta de los balcones, la música y la juerga vecinal ¿También celebra el amontonamiento de ataúdes en enormes salas como si fueran cajones en un mercado?
Los trabajadores de hospitales -médicos, enfermeras y todos los demás-, que también están cayendo víctimas de la falta del equipamiento necesario, más que aplausos lo que merecen es no haber llegado a ser trabajadores precarios con condiciones de mierda que matan. Más que gente asomada a los balcones necesitan tener sueldos dignos, jornadas llevaderas y sobre todo, respeto por parte de este sistema neoliberal tan «guay”. Respeto y dignidad no solo en tiempos de pandemia. Merecen contar con todo lo necesario para protegerse y salvar vidas sin tener que depender de esta clase política asquerosa que nos vende, a través de sus subvencionados medios de difusión. Los famosos aplausos en los balcones son un acto más en esta tragicomedia montada por un estado inútil, hipertrofiado y mentiroso que nos da «libertad» para elegir al tirano que nos ha de asesinar y que nos permite salir al balcón a aplaudirle con gilipollesca vehemencia mientras morimos a miles.
Seamos dignos con nosotros mismos y con los que lo merecen. Menos partidos políticos, menos urnas, menos aplausos y más Patria, Justicia y Pan.
Hoy y con mayor vigencia si cabe, hemos de escuchar una vez más a ese gran falangista al que España debe el verdadero «Estado de Bienestar«:
«…libertad del hombre para aclamar y amar a su Patria, para mandar en su hogar, para arrojar de él las pestes que le infectaban, libertad para trabajar sin el agobio del despido injusto y para percibir para sí y para su familia un salario decente. Libertad de ponerse enfermo, libertad de envejecer, libertad de tener hijos, libertad de participar en la Reglamentación de su trabajo, libertad de defenderse ante Tribunales independientes y, finalmente, señores, libertad de ser útiles a la Patria y libertad de adquirir nuevos derechos y con ellos nuevos deberes y libertad también de poseer el inefable goce de poder cumplirlos. Libertad de responsabilidad; es decir, libertad de poder llegar a tener sobre los hombros la máxima responsabilidad del país, la del mando y libertad por tanto de saber ejercerla«. J. A. Girón de Velasco: La libertad del hombre (1957)