Este viernes se permitirá una nueva jornada de disturbios, en esta ocasión a cuentas de la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona. Será la enésima vez que los pseudorevolucionarios separatistas podrán amargar el día al catalán corriente, mientras que los que nos dirigen siguen en sus torres de marfil.
Ruido y teatro, sin valor ni coraje.
Ridículos encapuchados incapaces de cumplir con sus grandilocuentes consignas: tumbar el régimen, ser ingobernables, asaltar La Lonja para no permitir la provocación de realizar este consejo en Cataluña, proclamar la república… Nada de nada, para todo eso tendrían que creer de verdad y no esperar en segunda o tercera línea (su cobarde actitud demuestra que hasta ellos saben que todo es una farsa); tendrían que echarle narices y pasar por encima de policías con porras,…
No seremos nosotros los que salgamos en defensa de este Gobierno, mas poco nos importaría que, por una o más veces, sufrieran lo que muchos catalanes, por defender a España, tienen que soportar a diario.
Mañana, estos CDR, tendrán una nueva oportunidad para dejar de ser niños malcriados; pero la desaprovecharán. Mañana, ya lo adelantamos, volverán a demostrar que no son un digno adversario sino que son sólo alborotadores consentidos.
Mañana lo que habrá, otra vez, son cortes de carreteras y trenes, es decir, atascos y retrasos para trabajadores y familias. Otra vez, contenedores incendiados y destrozos del mobiliario urbano que pagaremos los de siempre. Otra vez, botellazos contra porrazos,…Y otra vez, en palacetes y edificios públicos, políticos de un lado y otro -aunque todos con vidas de lujo- adoptando la mejor postura para sus intereses particulares.
Hemos de enfrentarnos radicalmente con los que quieren destruir este proyecto de convivencia, este destino en lo universal, esta verdad que tiene el nombre de España. Pero también con los que, desde el Estado, han sido y siguen siendo sus cómplices. Incluso estos últimos, han sido y son mucho más dañinos pues corrompen, engañan y son igual de TRAIDORES.
Basta de cesiones, traiciones, mentiras y cobardías; más de 40 años de errores han de servir de lección. Tenemos el deber de reconstruir España entre todos y para ello es imprescindible, en primer término, expulsar del poder a la casta dirigente y a sus partidos políticos. Y en segundo lugar, conseguir gobernantes que le echen mucha voluntad y VALENTÍA para contar con la acción y el apoyo del pueblo y devolver, así, a la marginalidad los nacionalismos disgregadores. Lo contrario es seguir avanzando hacia el precipicio.