Coincidiendo con su 51 cumpleaños, el que dicen ocupa la más alta jefatura de nuestras Fuerzas Armadas, ha decidido ir a visitar a nuestras tropas desplegadas en Irak, y que se hayan en misión de instrucción del nuevo ejército mercenario de dicho país, al dictado del «okupa» norteamericano y británico, que no contentos con haber provocado una guerra ilegal contra una nación soberana y de haber dejado en la ruina a millones de iraquíes, ahora se dedican a esquilmar su petróleo y cualquier otro recurso que pudieran sacarles de la situación caótica en la que se encuentra el país después de la invasión apoyada por ese gurú del liberalismo y de la derecha española, que tiene por nombre José María Aznar.

Esas tropas se encuentran desplegadas en Bagdad, literalmente «atrincheradas», porque en los combates contra el DAESH en el Kurdistán iraquí y en la zona fronteriza con Siria, donde se encuentran entre otros nuestros «camaradas» en primera línea de combate, ni están, ni se les espera.

Después del papel ridículo jugado en la invasión, y la posterior retirada, ordenada de forma cobarde por ese traidorzuelo de Zapatero, seguimos sin entender qué hacemos allí, y el porqué no se despliegan esas tropas de élite en regiones españolas como Cataluña o Vascongadas, donde han quedado relegadas a un papel meramente testimonial, donde el riesgo cierto de enfrentamiento es más que evidente.

Si el Borbón quiere demostrar lo «machote» que está hecho y cómo asume su papel de Capitán General, que deje de hacer el «madelman» por ahí, y que se presente por la Avda. Diagonal de Barcelona o por el Parlamento golpista separatista de Cataluña, y haga efectivo el papel que la basura de Constitución del 78 le obliga a nuestro Ejército como «presunto garante» de la Unidad de España. Algo que ni él, ni sus generales se creen, y que, por supuesto, jamás van a defender como otros hicieron cuando la situación lo requirió, aún jugándose su carrera, su prestigio y por supuesto, su vida. A estos les vale con ser muy «demócratas», «progres», «trilingues» y no sé cuantas estupideces más.

En todo caso, tampoco queremos olvidar a aquellos compatriotas que han muerto cumpliendo órdenes en aquel lejano país, independientemente de que éstas sirvieran a los intereses de España o no. Demostraron su valor y coraje, y los falangistas sabemos, y muy bien, lo que eso significa.

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