La tregua en Siria, acordada por Rusia y EE.UU., deja en el ambiente grandes interrogantes respecto a su puesta en práctica, efectividad y los resultados.

La pausa de acciones bélicas en territorio sirio, que los gobiernos de la Federación Rusa y Estados Unidos acordaron en Ginebra el día 9 de septiembre, entró en vigor tres días después, dejando en el ambiente grandes interrogantes respecto a su puesta en práctica, efectividad y los resultados que se pudieran obtener, sobre todo, porque procesos anteriores de treguas y negociaciones de paz han resultado un fracaso.

Principalmente, porque la guerra de agresión contra Siria ha dejado como lección, que ninguna tregua puede ser adecuada, si se deja de atacar o se permite la reagrupación de movimientos de raíz takfirí,  que en modo alguno pueden ser calificados de “rebeldes moderados” como los signa occidente y que cuentan con la protección política de Washington y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN – que adicionan a la triada conformada por Ankara-Tel Aviv y Riad, junto a las Monarquías Ribereñas del Golfo Pérsico. El plan de cese al fuego temporal acordado en Ginebra incluye, entre otros varios puntos “acabar con la violencia en el país árabe, allanar el camino hacia una solución política del conflicto, suministrar ayuda humanitaria a las regiones bloqueadas de Siria, separar a la oposición siria de los grupos terroristas y coordinar la lucha antiterrorista”

Tregua no es Sinónimo de Paralización

Washington ha llamado a Moscú, que las fuerzas de la coalición que comparte con Siria, las Milicias de Hezbolá y la República Islámica de Irán, no ataquen a esos grupos que considera “moderados”. Esto, mientras dure el alto al fuego, lo que permitirá también garantizar el acceso de ayuda humanitaria a localidades como Alepo y trabajar por crear una zona desmilitarizada en torno a dicha ciudad. Objetivos plausibles pero que minan la posibilidad de destruir a las bandas terroristas, responsables en gran medida de la destrucción del país levantino y los resultados de centenares de miles de muertos, 8 millones de desplazados  y 5 millones de refugiados.

Estados Unidos, a pesar del acuerdo firmado en Ginebra, y como prueba de lo débil de sus pilotes, sostuvo, a través del portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest que “nuestro gobierno tiene dudas respecto a que Rusia quiera cumplir los acuerdos sobre Siria”. Declaraciones que no gustaron en Moscú que replicó, a su vez, afirmando que para Rusia es necesario que Estados Unidos presione a lo que ellos denominan la oposición moderada siria para que respete la tregua y que ponga al grupo Ahrar al Sham en la lista negra de las organizaciones terroristas. A lo que se suma la creencia, expresada por el canciller ruso, Serguei Lavrov que “la Coalición anti Daesh liderada por Estados Unidos opera con poca voluntad contra el Frente al Nusra – actual Fath al Sham -. Existen muchos indicios de que este grupo es considerado por distintos participantes en los procesos de Oriente Medio y el Norte de África, como una fuerza que debe mantenerse para, tal vez, usarla más adelante para cambiar el gobierno de Siria”.

El fondo de esta exigencia de cesar las operaciones militares donde las fuerzas de oposición “moderada” al gobierno sirio tienen sus centros de operaciones, hace sospechar que el objetivo es permitir que estas bandas vuelvan a rearmarse luego de las grandes pérdidas sufridas en la ofensiva llevada a cabo por el Ejército Nacional Sirio, que ha logrado recuperar regiones y ciudades importantes de Siria con el apoyo aéreo de las Fuerzas aeroespaciales de Moscú y el trabajo en terreno de milicianos de Hezbolá y la asesoría de miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Un cuadro general muy distinto al que se vivía un año atrás – con un Ejército Sirio cercado, con Bashar al Assad contra la pared y un flujo incesante de terroristas que arribaban a suelo sirio para unirse a las filas de los grupos terroristas – Hoy, por ejemplo, las negociaciones no tienen como centro la petición de salida del presidente sirio Bashar al Assad, sino que el combate a las grupos terroristas takfirí y eso, dentro de un cuadro de pesimismo, es un elemento positivo que hay que exigir se cumpla.

Lo señalado tiene una excepción, y es la hipocresía de la Casa al Saud, que además de ser el promotor de la guerra de desestabilización contra Siria, apoya a los grupos terroristas que combaten bajo la doctrina político-religiosa wahabita y tiene la arrogancia de sostener que “incluir a Bashar al Assad en la solución del conflicto en Siria es inmoralsegún declaró  a medios internacionales Turki al Faisal, hijo del difunto Rey Faisal y parte del poderoso clan Sudairi. Turki fue jefe de los Servicios de Inteligencia saudí y aboga porque se siga armando a las facciones rebeldes sirias, anticipando que “los combates en Siria, a pesar del alto al fuego, continuarán”. Esa afirmación muestra que no se pueden paralizar las acciones destinadas a combatir a los grupos extremistas como Daesh, Fath al Sham y Ahrar al Sham, que constituyen la columna vertebral de las bandas salafistas en territorio sirio. Tregua no implica paralizar las necesarias acciones de lucha contra estos mercenarios.

Al analizar las decisiones de alto al fuego tomadas en encuentros entre las grandes potencias, surge la necesidad de responder si este tipo de determinaciones tiene algún sentido positivo para Siria, si el bloque occidental, liderado por Estados Unidos, la Unión Europea al cual suman sus socios de Oriente Medio siguen suministrando apoyo financiero, armas a grupos terroristas takfirí que según esta Coalición son “opositores moderados” como es el caso del grupo Ahrar al Sham. Esta Banda, apoyada abiertamente por Estados Unidos y con cuantioso recursos financieros y militares suministrados especialmente por la Casa al Saud y Kuwait ha declarado que no respetará la tregua y se comporta con la misma crueldad y saña contra la población civil que sus homólogos de Daesh y Fath al Sham.

Según datos del Jefe Adjunto del Departamento de Operaciones del Estado Mayor de Rusia, Víctor Poznijir, Ahrar al Sham ha sido el grupo que mayoritariamente ha violado el cese de actividades militares. A lo que se suma la constatación que los distintos movimientos – no agrupados en Daesh ni Fath al Sham – se estaban uniendo gracias a la tregua, reordenando fuerzas, ideando nuevas acciones desestabilizadoras y sobre todo recibiendo nuevos suministros militares y la atención médica – parte de ella proporcionada por Israel en unidades sanitarias militares sionistas situadas en los Altos del Golán. Ahrar al Shanm ejecuta sus acciones porque sabe que no será cuestionado por Washington, que le sigue dando su respaldo, considerándolo un interlocutor válido y “moderado” por tanto su escalada de acciones irá in crescendo lo que obligará a Siria a generar acciones combativas, que permitan cesar su actividad terrorista. Tal acción será condenada por Estados Unidos y vuelta al ciclo mortal de una guerra que no se perfila en su término.

La participación sionista, en el conflicto de agresión contra Siria, ha sido muy activo desde el inicio de las acciones desestabilizadoras contra la sociedad siria en marzo del año 2011 y ha tenido un último acto con el apoyo a miembros de Fath al Sham y el uso de artillería,  para atacar posiciones del Ejército Sirio en los Altos del Golán. Actividad militar que ha tenido como resultado el derribo de un avión y un dron sionista. Para el ex Presidente Libanés, Emil Lahud “tras el alto al fuego acordado entre Rusia y Estados Unidos, el régimen de Israel se dio cuenta que el conflicto armado en Siria puede avanzar por cauces políticos, por lo cual activó a integrantes del ex Frente al Nusra – controlados por el ejército sionista – para atacar a las fuerzas sirias” El cese al fuego debe incluir, claramente, la exigencia que la entidad sionista deje de apoyar el terrorismo en la zona, repliegue sus tropas y sobre todo, abandone los territorios ocupados del Alto del Golán y la Ribera occidental.

En una entrevista concedida al canal 2 israelí por el parlamentario israelí de origen druso, Akram Hason,  del Partido derechista Kulanu señaló que la agrupación terrorista Fath al Sham ha estado bombardeando el pueblo druso sirio de Jadr, con el apoyo y protección del ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman. El pueblo de Jadr, cerca de la frontera siria, ha sido sometido a persistentes ataques de los militantes de Fath al Sham e Israel, en una nueva estrategia que ha sido puesta en marcha por Lieberman desde que tomó posesión del cargo lo que refuerza a grupos como Fath al Sham. Esto debe terminar pues los drusos de Jadr podrían ser aniquilados” sostuvo Hason. El legislador israelí afirma, igualmente, que “no es ningún secreto que el Ejército israelí está cooperando activamente con Fath al Sham – ex Frente al Nusra –  Las Fuerzas armadas israelíes bombardean objetivos del Ejército sirio, algo que permite al Frente al Nusra tomar las tierras de los drusos sirios”

Los Rebeldes Moderados No Existen

En la reunión de Ginebra y las posteriores aclaraciones de los alcances del acuerdo suscrito por Estados y Rusia respecto al alto al fuego por una semana, han quedado fuera de esta pausa las bandas terroristas EIIL – Daesh en árabe –  y Fath al Sham – ex Frente al Nusra – a las cuales se les puede y debe seguir atacando, lo que mayoritariamente realiza la alianza entre el gobierno sirio, la Federación Rusa, la República Islámica de Irán y el Movimiento Hezbolá. Estas bandas takfirí siguen recibiendo oleadas de mercenarios venidos de diversas partes del mundo y cuyo punto de entrada es, principalmente, la permeable frontera turca convertida en un grifo interminable de terroristas. La exigencia a Turquía de impedir este paso del terror por sus fronteras camino a Siria e Irak debe estar presente también en las conversaciones y acuerdos entre Moscú y Washington o simplemente las medidas a tomar resultan estériles. No se puede pretender avanzar hacia el fin de un conflicto, cuando el cauce de mercenarios no se detiene, haciendo vista gorda de esto los organismos de inteligencia tanto de Turquía como de los países europeos de donde provienen importantes refuerzos para los grupos takfirí.

Estados Unidos se ha encargado de proteger y blindar a las agrupaciones englobadas en el llamado Ejército Libre Sirio, Frente Islámico, Frente de los Revolucionarios Sirios, el Consejo del Comando Revolucionario  – que según datos entregados por medios occidentales está formado por una veintena de grupos armados con una agenda de oposición al régimen pero también a las operaciones efectuadas por Daesh. En conjunto, todos estos movimientos suman cerca de 800 agrupaciones, cada una con intereses que hunden su raíz en la Monarquía wahabita que se ha encargado de suministrar abundante apoyo financiero y militar a cada uno de estos grupos terroristas.

El principal grupo opositor armado hoy – que occidente insiste en denominar “rebeldes moderados” es el Frente Islámico, integrado en sus inicios por el 50% de las  formaciones armadas opositoras y que desde la génesis del conflicto rechazó la autoridad de la artificial Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria. Todo ello en el marco de la lucha por acceder a los cuantiosos recursos financieros provenientes de Riad. Este frente está conformado por la Brigada Al Tawhid – considerada la fuerza más grande que opera en Alepo – Liwa al Haqq con base en Homs, Suqour al Sham con base en la localidad de Idlib. El denominado Ejército islámico con base en damasco, la capital siria, Ansar al Sham, el Frente islámico Kurdo y el mencionado Ahrar al Sham, que ha logrado direccionar gran parte de los recursos provenientes de Kuwait – otro de los grandes financistas del terrorismo en Siria – y  devenido en el grupo más poderoso económica, militar y numeroso dentro del Frente Islámico. Hoy, todos esos movimientos opositores son una amalgama de cientos de grupos y bandas con los cuales resulta fantasioso el poder llegar a acuerdos y que sólo se extinguirán si sus patrocinadores, valedores y sostenedores, que se encuentran en Washington, Ankara, Riad, las Monarquías del Golfo Pérsico y Tel Aviv dejan de proporcionar el aire que les da vida a estos grupos terroristas.

De nada sirve una tregua que no defina, con precisión, que debe cesar el tránsito de terroristas, dinero y armas. De otro modo estos convenios de respiro, entre cuatro paredes, son simples ejercicios políticos entre las grandes potencias. Lo positivo de ese encuentro en Ginebra resultó el punto respecto a la “trabajar juntos para derrotar al EIIL – Daesh – y Fath al Sham” según lo reseñó el Enviado Especial de las Naciones Unidas para el conflicto Sirio, Staffan de Mistura. Importante porque hasta ahora, los únicos que han combatido realmente a estas bandas terroristas ha sido el Ejército Nacional Sirio, las fuerzas milicianas apoyadas por la nació persa, el movimiento Hezbolá, con el apoyo aéreo de la Federación Rusa. Estados unidos y sus aliados, a pesar del discurso han tenido escasa presencia y su participación en la lucha contra los grupos terroristas ha sido un soberano fiasco, un fracaso premeditado. Esto, porque su objetivo es fragmentar Siria, balcanizarla y en ese norte, Daesh, Fath al Sham y Ahrar al Sham le son funcionales.

El alto al fuego debe ser manejado por Siria y sus aliados en forma inteligente, de manera tal que permita, no sólo seguir atacando las posiciones de Daesh, Fath al Sham y Ahrar al Sham – a pesar de la opinión de occidente – sino también preparar el camino para una ofensiva que cambie definitivamente el cuadro militar de la zona en beneficio de la sociedad siria. Queda claro, que en cada ocasión que el Ejército Nacional Sirio y sus aliados de Rusia, Irán y Hezbolá asestan golpes al terrorismo, los derrotan en el campo de batalla, recuperan ciudades y regiones que estaban en manos de los grupos takfirí, se intensifican las presiones políticas y diplomáticas para negociar pausas, treguas, altos al fuego, que hasta ahora sólo benefician a los enemigos del pueblo sirio. Los aliados que combaten efectivamente al terrorismo en oriente medio no deben caer en la trampa de los juegos diplomáticos de occidente, no hay que fiarse de un enemigo astuto como es Washington y sus aliados.

Hasta ahora sólo se han tejido razones de carácter interno para establecer estas treguas: ayuda humanitaria, conversaciones de paz, intensificación de corrillos diplomáticos. Pero, se requiere y se debe exigir por parte de la coalición entre Damasco-Moscú y Teherán que se tomen medidas contra las razones externas que permiten esta guerra y su continuación: que cese el apoyo de la Casa al Saud y las Monarquías del Golfo Pérsico a los grupos takfirí. Que termine el apoyo turco para la entrada y protección de miles de terroristas extranjeros. Que termine el entrenamiento y asistencia sanitaria otorgada por Israel y Jordania a las bandas terroristas. El sostén político de las potencias occidentales a los grupos terroristas. Todo ello so pena de aplicar las leyes internacionales que hasta ahora han contado con este doble rasero de usarlas contra algunos y negarlas para aquellos que violan permanentemente las leyes internacionales, la Carta de las Naciones Unidas y pretenden dar cátedras de cómo enfocar las relaciones entre los países.

Esto debe cesar, sino, toda tregua es inútil y sirve, simplemente, para rearmar a los miles de hombres que luchan contra Siria. Alimentando, al mismo tiempo la creación y desarrollo de criaturas que luego retornarán a sus lugares de origen para incrementar las acciones del terrorismo takfirí.  A Bruselas, Niza, a Estambul, Londres y Washington. A Roma y Madrid, a Bruselas y Berlín. Cría cuervos y te comerán los ojos reza el adagio, que suele no ser recordado por gobiernos cegados en su lucha por contener política, militar y económicamente a la Federación Rusa, cercar a la República Islámica de Irán, impedir el avance de la República Popular China, entre otros objetivos, utilizando para ello la agresión contra Libia, Siria, Irak, Afganistán y Yemen.

Nada podemos esperar de negociaciones, acuerdos y treguas donde una parte de los oponentes son mercenarios pagados generosamente para pelear la guerra de otros. Cesar la guerra implica cortar el grifo incesante de dinero y armas, que brota generosa desde la monarquía wahabita, con espaldas y apoyos que hunden sus raíces en Washington y sus socios europeos y de Oriente Medio. Ninguno de ellos son de fiar, ninguno de esos gobiernos, sean democracias representativas o monarquías son confiables. No se puede ser ingenuo en la lucha contra occidente y sus afanes hegemónicos. Pero, a pesar de lo sostenido se deben dar los pasos encaminados a avanzar hacia la paz en Siria, como también en Irak, Libia y Yemen, a costa de mil tropezones, de mil conversaciones, afanes y posteriores desengaños. La muerte no puede seguir imponiéndose en Siria. Aquellos que creemos en la paz, saludamos las pausas en la contienda que desangra a la sociedad siria pero, advirtiendo que no puede convertirse en otra oportunidad para robustecer a la fuerzas terroristas.

Pablo Jofré Leal

Fuente: https://www.elespiadigital.com/index.php/noticias/defensa/14731-siria-una-tregua-inutil-si-el-objetivo-es-favorecer-el-terrorismo