Quien no posea el fuego divino de la pasión no puede ser falangista, pues una Falange yerta, fría, hecha sólo de razón y pequeñas cautelas, sin entusiasmos ni exaltaciones, sería algo tristemente deformado o muerto. Sería el amasijo de todos los vicios que más despreció quien la creara.

¡No parar hasta conquistar!

¡Viva la unidad de España!

¡Arriba España!