La frustración nacional rusa tras la caída de la URSS y pérdida de territorios en 1991 es equiparable a la de Alemania en 1918. Occidente estableció el gobierno títere del borracho Yeltsin, equiparable en su corrupción política y degradación moral de la población a la República de Weimar. Los protagonistas en ambos casos son los mismos: las democracias judeo masónicas de Occidente, los mayores criminales de la Historia, como dijo Hitler en su testamento político. En estos dos casos, cuando un hombre fuerte llegó al poder para reorganizar la situación, fueron forzando tanto a Alemania entonces como a Rusia ahora a una guerra, a través de una serie de presiones: boicot a productos alemanes por los judíos yankis a partir de 1933 equiparable a las actuales sanciones contra Rusia; ocupación de Alsacia y Lorena por los franceses en 1918, del Sarre en 1920, del Ruhr en 1923; pérdida de territorios en Prusia a favor de Polonia con el aislamiento del enclave de Dantzig y la demanda alemana insatisfecha de un corredor polaco, que fue el detonante de la 2ª GM, equiparable a la pérdida de Estonia, Letonia, Lituania, Georgia y Ucrania en 1991, que pasan a ser controladas por Occidente, con el mismo problema en el enclave de Kaliningrado y el corredor de Suwalki; la matanza de alemanes en Bromberg y otras muchas anteriores a septiembre de 1939 perpetradas por comandos de judíos polacos, equiparables a la muerte de rusos en el Donbass; la guerra de España como preludio de la gran guerra en 1936, al igual que la guerra de Siria en 2011. El cierre del Báltico a Alemania a partir de 1933 tiene su paralelismo con el cierre de ese mismo mar y del Negro a Rusia ahora. Sólo falta el asesinato de un diplomático ruso paralela al de Von Rath por el judío Greenspan en 1938.  

Como entonces a Hitler, a Putin se le ha hecho la pelota en ciertos sectores de Occidente hasta que se decidió de la noche a la mañana que eran ambos unos sicópatas encarnación del diablo. Henry Ford y Charles Lindbergh, o el mismo Gandhi, alabaron a Hitler lo mismo que Trump e innumerables republicanos a Putin. Como en 1939 Alemania, hoy Rusia es la única locomotora disponible para arrastrar los vagones de todos aquéllos que, pensando en términos supranacionales, de raza, de valores y de supervivencia en un contexto global, nos oponemos a la ideología perversa y satánica de las democracias judeo masónicas de la Bestia del Apocalipsis contra las que luchó Hitler; Rusia gustará más o menos, como Alemania en su tiempo, y quedan patentes sus fallos y contradicciones internas (en Rusia su oligarquía, el aborto, la falta de justicia social, su adoración a su pasado soviético), pero es lo único que hay: el Islamismo no es aceptable bajo ningún concepto y los benditos protestantes norteamericanos están muy lejos y se miran demasiado al ombligo como para ocuparse de los europeos.  

Pero no debemos olvidar que Rusia es objeto de profecías y promesas tanto en Fátima como en Garabandal, y que tiene mucho que decir en los últimos tiempos (Ezequiel 38 y 39). Además, es el único país del mundo junto con Rumanía, en el que hay sacerdotes y obispos y misas en las que se consagra el cuerpo de Cristo, con la excepción de los pocos restos que sobreviven malamente en Occidente. 

José Ignacio Irusta

* Artículo escrito antes del atentado contra Duguin.

 

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