Se le conoce con el nombre de guerra de Simón y es un militar español que hace un año y medio llegó a Irak. Ahora atraviesa casi a diario la frontera de Siria para combatir a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) en su principal bastión, Al Raqa.
Apostado en la región de Sinyar, en el noreste de Irak, Simón solo tiene una misión: «Aquí vine a combatir al enemigo de la humanidad, que es el Dáesh (acrónimo en árabe del EI) y a eliminar esta lacra que son los terroristas», asegura a Efe por teléfono.
Oculta su identidad bajo ese nombre, así como todos sus detalles personales, porque «los malos tendrían muchas ganas de saber quiénes están combatiendo» contra los suyos, en alusión a los miembros o simpatizantes del EI que -segura- también se encuentran en España.
Desde su posición, que comparte con dos españoles más, un médico y un militar, dice que cruza continuamente la frontera con Siria para ir a luchar a las áreas que todavía controlan los yihadistas en el país vecino.
En Al Raqa, «capital» de los extremistas en Siria, «le quedan pocos meses» a Dáesh -vaticina-, debido a la ofensiva lanzada sobre la urbe hace un mes por las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza de milicias encabezada por las Unidades de Protección del Pueblo (YPG, en sus siglas en kurdo).
Simón lucha actualmente en las filas de la Unidad de Protección de Sinyar (YBS), milicia kurda surgida de las YPG en esa región iraquí, donde actualmente se enfrentan a las tropas «peshmerga» del Gobierno del Kurdistán y a Turquía, que considera a estas facciones «terroristas». Debido a las hostilidades, Efe no pudo acceder a la región de Sinyar, donde Simón considera que están «un poco rodeados» en estos momentos.
Por ejemplo, relata que dos de sus compañeros, un británico y un francés, continúan detenidos en Dohuk (norte) «por los peshmergas de (Masud) Barzani», presidente del Kurdistán y líder del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), «enemigo acérrimo» de la YBS.
Pero Simón no siempre ha estado en este bando, sino que tras llegar el 4 de enero de 2016 a Irak, se unió al ejército «peshmerga» al noroeste de la ciudad septentrional de Kirkuk, para luchar contra el EI en esa zona. Sin embargo, «como las circunstancias y los frentes (de batalla) están cambiando, me he ido moviendo», explica.
«Cuando vine todo el tema político era una cuestión completamente desconocida. Aquí vine a combatir al enemigo, que son los terroristas», recalca Simón. También cuenta que recientemente estuvo varios meses con las YPG en Siria y asegura que «hay intercambio de fuerzas» entre los dos países. «De hecho, se ha anunciado que las milicias femeninas de Sinyar están yendo a Al Raqa para liberar a las (mujeres) yazidíes que están secuestradas. El movimiento es constante», remacha.
Después de un año y medio en el terreno de batalla, Simón confiesa que ha tenido momentos en los que ha querido regresar a España. Echa de menos, afirma, a la familia, las amistades, los abrazos, los besos y «las pequeñas cosas cotidianas que allí son tonterías y que no valoramos».
No obstante, «siempre hay algo que hacer (aquí) y vamos mirando con vista al día siguiente, o a la semana que viene, por lo que no encuentras el momento de irte», añade.
Cuando regrese finalmente a España, podría ser detenido, al igual que ocurrió en 2015 con dos compatriotas suyas que fueron arrestados tras combatir durante seis meses con las YPG en Siria. Pero Simón se muestra tranquilo al respecto: «Cuando uno viene aquí (Irak y Siria) y está dispuesto a que el Dáesh lo pueda capturar o eliminar, lo que pueda hacer la justicia española no es una cosa que te quite el sueño», sentencia.