Entre las que hicieron verdad en el contenido profético de las palabras del César, de que «La muerte era un acto de servicio”, figura la camarada Marina Moreno Tena, voluntaria de la primera bandera de Falange, donde, en unión con otras falangistas, repartía vivieres, municiones y ropas a nuestros camaradas de primera línea de fuego.

El 16 de Agosto de 1936 salieron, como de costumbre, en cumplimiento del deber, y el camión en el que viajaban nuestras camaradas tuvo que parar al ver el cadáver del Comandante Médico Oliván, en la carretera.
No habían descendido aún del camión, cuando desde un montículo cercano se les disparón, alcanzando los proyectiles tan brutalmente a Marina Moreno,que murió momentos después en brazos de una camarada herida, balbucendo una oración.

Parche bordado enfermeras falangistas

Recogemos por su interés, para añadir más datos al recuerdo de nuestra camarada, la carta publicada hace algunos años, por el hijo de Manolita Cortés, quien se encontraba aquel día en el camión, junto con amigas y camaradas, enfermeras y médicos:

(…) «He leído con sumo placer el artículo que publica el diario ABC el día 24 de Noviembre y firmado por D. Domingo Pérez* titulado “Las 33 Margaritas”  y les remito este escrito para ayudar al mejor conocimiento de los hechos que tuvieron lugar durante la guerra civil, para que no se olvide el sacrificio y la valentía de los que participaron en ellos.

Si el Congreso hubiera tenido lugar hace 2 años, hubiera sido mi propia madre, Manolita Cortés García, la que les hubiera relatado lo que tuvo lugar aquél 16 de Agosto de 1.936, pero lo que me contó fue lo siguiente:

Ese día se dirigían al frente en un camión, mi madre, sus dos amigas y camaradas, falangistas como ella y enfermeras, varios médicos, algunos falangistas, concretamente en número de 12 y el chofer que conducía el camión en dirección a Almudevar, ya que la línea del frente no estaba definida y la carretera permanecía abierta, cuando al observar a un hombre tumbado en la carretera detuvieron la marcha y reconocieron el cadáver que resultó ser el del Comandante Médico Sr. Olivan; en ese momento milicianos que se encontraban apostados en los alrededores dispararon varias ráfagas de ametralladora, matando a María Moreno Mena, que murió en brazos de mi madre, luego daría su nombre a una importante calle de Zaragoza, e hiriendo a mi madre en el muslo derecho y en el gemelo izquierdo, muriendo además el chofer y algunos de los que iban en la caja del camión.

Una vez terminó la emboscada, a los quedaban con vida los fusilaron en la misma carretera y le dijeron a uno de los médicos que curara las heridas de mi madre, lo que llevo a cabo colocándole dos torniquetes y a continuación lo asesinaron, dejando caer su cadáver encima de ella, haciéndole el siguiente comentario a la vez que le mostraba el fusil “toca toca que está caliente”.

A continuación las trasladaron a la Estación de Almudevar donde quedaron detenidas en espera de llevarlas a Tardienta, según les dijo el jefe del grupo, un tal Negus, que resultó ser el que tiró las bombas sobre la Basílica del Pilar, que les dijo “ nosotros nos vamos a Tardienta a buscar una ambulancia y luego ya veremos; el estudiante, que era uno de ellos, se queda con vosotras de guardia”, dejando de guardia a un joven miliciano que les ofreció chocolate, lo que mi madre rechazó amablemente.

Al día siguiente, viendo los que se encontraban en Almudevar que no llegaba el camión, decidieron salir a buscarlo, para lo que salió un grupo de guardias de asalto,  de los que mi abuelo era Capitán, a reconocer la carretera encontrando los cadáveres de los fusilados y continuaron el avance hacia la estación de ferrocarril desplegados en guerrilla. En ese momento, Pepita Losilla, observó a través de un ventanuco a uno de los guardias y sacado con sigilo un pañuelo blanco por dicha ventana, hizo señas que vieron los guardias que acudieron liberándolas y a pesar que trataron que no le pasara nada al miliciano que se había quedado de guardia diciendo que les había tratado bien, allí mismo le pegaron un tiro.

Mi madre fue trasladada al Hospital de Zaragoza, y cuando se supo la noticia, a través de la prensa y radio, recibió muchas muestras de afecto y ramos de flores y su amiga, Marina Moreno ,un entierro multitudinario.

Con posterioridad fue condecorada con la medalla de “Sufrimientos por la Patria” con distintivo rojo y concedida una pensión vitalicia que era creo recordar de 12,50 Pesetas y con lo que hacíamos bromas con mi madre acerca de tan importante suma.

Jamás oí a mi madre hablar mal de sus atacantes y lo único que lamentaba era el disgusto que le dio a su madre, mi abuela.

Quedo a su disposición para cualquier aclaración o comentario que quieran hacerme y les agradezco de antemano su labor histórica».

(…)

Fuentes:

https://www.1936-1939.com/?p=802#ixzz2cQNaR55u

*https://www.1936-1939.com/?p=801 /

https://www.abc.es/20081124/nacional-nacional/margaritas-20081124.html