Somos la Falange, y es una gran responsabilidad. Somos españoles, es decir, Dios quiso que naciéramos españoles. Y no hay casualidades en el mundo. Una responsabilidad aún mayor. Porque España no es más que un Imperio basado en criterios morales. Lo más revolucionario que puede existir en este mundo moderno que no nos gusta. Y la Falange es la espada de ese Imperio, de esa nación con vocación de eternidad al servicio de Dios y de la dignidad del hombre.

Porque defendemos la dignidad de la persona. Porque la libertad, la igualdad y la fraternidad te la pueden quitar. Pero no la dignidad.

Somos la Falange, y sabemos que serlo nos ensancha el espíritu y nos acerca a los demás, a la visión de lo eterno que hay en el otro.

Somos la Falange, que no es poco.

Y nos acusan de ser antiguos, de estar pasados de moda, de que con nuestros yugos y nuestras flechas nunca llegaremos a nada. Se olvidan de que no queremos ser modernos, ni estar de moda, ni olvidar a nuestros padres y nuestros abuelos. La Falange no puede seguir el ritmo de los cambios del mundo, ni bailar al son que dicta su balada fúnebre. Somos la alegría de la España juvenil que espera el resurgir de lo eterno que hay en nosotros. Nada de modas. Nada de máscaras. Nada de disfraces. Somos españoles y falangistas –valga la redundancia- porque no queremos, no sabemos, ser otra cosa.

Por eso sabemos lo que es el honor verdadero: ser fieles a la Falange cuando nadie cree en su triunfo.

La Falange ha tenido muchas oportunidades de morir, pero siempre acaba resurgiendo. Su antigüedad es la prueba misma de su grandeza: ha conectado con el ser profundo de España, y por eso seguirá existiendo mientras un solo compatriota se siga llamando a sí mismo español.

La Falange no puede ser vieja. No puede envejecer. Es siempre alegre, siempre joven, siempre marcial. Es eternamente infantil. Es una carcajada de niños españoles –niños de veinte, de cuarenta, de ochenta años- que sueñan hacerse mayores, aprender y morir como españoles.

Somos el clavel que sueña ser el río del que bebe. El río que sueña ser mar. El mar que espera a la noche para confesarse cielo.

Somos patria. Sangre. Arena y clavel rojo y negro.

Somos España.

Porque no podemos. No sabemos. No queremos ser otra cosa.

Fuente: https://lafalangedecantabria.wordpress.com/2015/06/23/la-eterna-juventud-de-la-falange/

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La Falange – Cantabria