- Pero la tolerancia y la neutralidad son conceptos, no principios.
- El nuevo monarca ha aludido a “los principios morales y éticos”. Pero insisto: ¿cuáles son? En España, en todo Occidente, no pueden ser otros que los 10 mandamientos.
- “Monarquía renovada para un tiempo nuevo”, se distancia del padre. Y alaba más a su madre que a su padre.
- La gran contradicción de Felipe VI. ¿Qué dirá Cayo Lara y compañía? Que el discurso no le molesta en absoluto, pero que no le gusta el que lo pronuncia. ¿Comprenden?
- ¿Qué dirán Artur Mas o Íñigo Urkullu? Que le gusta la tolerancia y la neutralidad, pero no la falta de neutralidad del rey sobre la unidad de España. ¿Comprenden?
- Al final, Felipe VI ha hecho un brindis por la unidad de España, pero no ha dejado claro sobre qué eje debemos unirnos.
- Su única referencia ética ha sido… al medio ambiente.
- E Iberoamérica, Majestad, no es fruto ni de una cultura ni de una lengua común, sino de una fe común: la fe cristiana que España llevó a América.
En su discurso de aceptación de su proclamación como Rey de España por las Cámaras, Felipe VI (en la imagen) ha confirmado mis temores: estamos ante un Rey progresista, cuyo ideario sólo puede calificarse de medio ambiente. De hecho, en su discurso ante todas las autoridades del Estado, habló de ser una referencia moral, de ejemplaridad, pero lo del medio ambiente, pues qué quieren que les diga, se me queda algo corto.
Educamos a nuestras hijas en la tolerancia, aseguró el nuevo Monarca, y tolerancia y neutralidad fueron los conceptos más repetidos. Ahora bien, la tolerancia y la neutralidad son conceptos, no principios. La tolerancia no representa otra cosa que buena educación frente al adversario. La neutralidad es peor, porque si se quiere ser una referencia moral no se puede ser neutral: hay que optar por lo moral frente a lo inmoral. Educar a un hijo no puede consistir, no sólo, en la buena educación, sino en la opción por el bien y el rechazo del mal. Es decir, un no rotundo a la neutralidad. Sí, es cierto que el Rey constitucional tiene que ser árbitro entre distintas opciones pero siempre en nombre de unos principios, también el de convivencia. La neutralidad no sólo no es neutral, es ferozmente insultante para cualquiera que esté convencido de algo, de lo que sea.
Comienza el reinado de un rey constitucional. Un rey “símbolo de la unidad y permanencia del Estado” (no dijo de España). Y añadió: “La corona colabora a la estabilidad del sistema político mediante su neutralidad”. Pues mire, señor, no se puede ser neutral y, al tiempo, responsable último de la unidad de España, porque hay fuerzas políticas, por ejemplo PNV y CiU que quieren romper esa unidad. El nacionalista vasco Íñigo Urkullu y el catalán Artur Mas no le aplaudieron.
¿Ve, Majestad, cómo la neutralidad no es posible y, si fuera posible, es indeseable? Para el nuevo Rey, Majestad progresista, “el siglo XXI es el siglo del medioambiente, del papel de la mujer y de la paz y la cooperación internacional”. Casi, casi, un discurso de Miss, que suspira por “la paz en el mundo”.
Menos mal que citó a Iberoamérica, pero no a la fe, sólo a lengua y a la cultura compartidas. Como si la lengua y la cultura, y no la fe común, hubieran hecho la hispanidad.
España es Europa, ciertamente, pero España creó Hispanoamérica, y es más importante lo que creas que lo que crearon tus ancestros. La palabra cristianismo no apareció en el discurso del nuevo Rey de la España cristiana.
Y todo ello en el marco de Naciones Unidas, es decir, la sede del Nuevo Orden Mundial (NOM), que es anticristiano y antihispano. ¡Jo!
No es un hombre más que otro si no hace más que otro, aseguró Felipe VI, citando a ‘El Quijote’. Muy cierto, pero no nos ha quedado claro qué es lo que debemos hacer.
De puertas adentro, elogios a su padre pero, sobre todo, a su madre, la Reina Sofía. Éstos fueron mucho más cariñosos que aquéllos. Estaba su madre presente, no su padre, que se va como si tuviera que avergonzarse de ello.
Esta diferencia de trato entre sus dos progenitores dice mucho. En efecto, la Reina Sofía siempre ha sido una gran profesional, pero quizás ha cometido un error: pertenece a ese tipo de mujer que predispone a sus hijos contra su padre. Y eso tiene mucho que ver con la personalidad del nuevo Rey. Me temo que no para bien.
Pero no se agobien. La III República sería mucho peor. Porque quienes defienden ahora el cambio de régimen no son neutrales. Saben perfectamente lo que quieren: el enfrentamiento civil con el silencio forzoso de todos los que no piensen como ellos. Especialmente de todo lo que huela a católico.
Eulogio López