Se ha producido una nueva masacre de cristianos en Egipto ante el silencio cómplice de los gobiernos mamporreros de EE.UU. que tanto aplaudieron el ataque criminal de la aviación estadounidense contra territorio sirio la semana pasada, en un acto más de ilegalidad internacional y de violación de cualquier soberanía al dictado de los intereses bastados de los norteamericanos.
Estamos esperando que toda esa basura que ocupa el parlamento europeo y las distintas cancillerias europeas actúen de forma contundente contra, quienes al dictado del sionismo financiero y político que domina la extrategia geopolítica en Oriente Próximo, han creado, financiado, armado y entrenado a todos estos grupos «terroristas» que han provocado el asesinato de miles de cristianos y el desplazamiento de millones de ellos, no solo en Egipto, sino en Siria, en Irán, en Somalia, en Nigeria, etc. etc.
Y nadie puede dudar ya que esos promotores de invasiones en Afganistán, en Irak o en Siria son los británicos, franceses y por supuesto, norteamericanos, quienes cuentan en la zona con la ayuda inestimable y sobre todo financiera de los gobiernos criminales de Arabia Saudi, Qatar o los Emiratos Árabes, que alientan con sus petrodolares el asesinato indiscriminado de nuestros hermanos cristianos coptos, ocurrido en un día tan señalado para nosotros los católicos, como es el Domingo de Ramos, y en uno de los primeros asentamientos de los seguidores de Jesucristo, como es el pueblo de Egipto.
Estamos pendientes también de que el representante de Dios en la tierra, o sea, este Papa que ocupa el asiento de vicario de Cristo, sepa estar a la altura de las circunstancias y olvide ese discurso políticamente correcto que le caracteriza, y señale de una puñetera vez con el dedo, a los verdaderos culpables de semejante persecucción.
Menos «graciejas y palabras biensonantes» y más apoyo, sin fisuras y sin comlejos, a quienes como nuestros camaradas que luchan en Irak, le plantan cara, en primera línea de combate, a estas ratas islamistas, con las que hay que acabar físicamente, sin olvidar destapar los verdaderos objetivos que persiguen y quienes son sus verdaderos «amos».