La Falange afirma la realidad del individuo libre, portador de valores eternos, afirmándose como libertad la permanente presencia del bien común y no la vulgaridad de hacer cada uno lo que le venga bien. La célebre y amputada frase de José Antonio sobre la democracia, que en su totalidad dice: “si la democracia como forma ha fracasado, es, más que nada, porque no nos ha sabido proporcionar una vida verdaderamente democrática en su contenido. No caigamos en las exageraciones extremas, que traducen su odio por la superstición sufragista en desprecio hacia todo lo democrático. La aspiración a una vida democrática, libre y apacible será siempre el punto de mira de la ciencia política, por encima de toda moda”.

José Antonio entiende la libertad como un valor eterno de la persona, alejado de lo científico que supone la libertad política democrática, que la libertad del hombre es secuestrada por la libertad artificial de los partidos políticos, en los que el sistema democrático te permite salir de una tiranía para ser sustituidas por otra. El Nacional-Sindicalismo cree en la libertad profunda de la persona basada en la dignidad del ser humano.

El Estado Nacional-Sindicalista garantiza la dignidad y la libertad de la persona al ser un “instrumento totalitario al servicio de la integridad de la Patria, que alcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes, que logre la paz interna y el optimismo nacional, haciendo suyos los intereses de todos, penetrando hasta el fondo de la realidad social española, que exige reformas profundísimas.”

El Estado totalitario Nacional-Sindicalista no se refiere a un totalitarismo que absorbe a las personas en todo, por el contrario, es un estado en su dimensión total social y humana, nunca en lo científico-sociológico, formado por el mecanismo artificial de los partidos políticos.

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