El ministro de Asuntos Exteriores sigue desaparecido ante los continuos ataques que España sigue sufriendo por parte de sus «socios europeos» y en especial por parte de Bélgica, que al dictado de la estrategia de los separatistas catalanes, pretende poner cerco a la instrucción llevada a cabo por el Juez Llanera desde el Tribunal Supremo contra las ratas independentistas. Y no solo eso, sino que en un primer momento el gobierno del profanador de tumbas, Pedro Sánchez, dejó claro que la Abogacía del Estado Español no iba a defender a dicho juez ante los tribunales belgas. Si este país, con su gobierno a la cabeza, tuviera un mínimo de dignidad, llamaba de inmediato a consultas al embajador de Bélgica en Madrid y retiraba de forma preventiva al nuestro en Bruselas, en Berlín o en Berna.
Está claro que la política de comunicación del Estado Español para explicar el problema del separatismo catalán o vasco, ha sido algo más que nefasta durante estas últimas décadas, y que los gobiernos del PP o del PSOE han cometido error tras error a la hora de mostrar una postura firme, contundente y sin fisuras ante quienes, en teoría, debieran ser sus aliados en Europa. Y en cambio sí que han mostrado una actitud violenta y cobarde contra aquellos, que como los falangistas, hemos manifestado nuestra postura, clara y sin complejos frente a la representación diplomática de Bélgica en Madrid o en Barcelona.
Estamos a la espera de que el señor Borrell, que tanto se prodigaba en tertulias y manifestaciones hasta ser nombrado ministro, cumpla con su obligación de defender la dignidad, la integridad y la unidad de España ante sus colegas de la UE. Y si en ese antro de corruptelas y traiciones que tiene su sede en Estrasburgo y Bruselas se nos da la espalda, salgamos de inmediato de ese club donde se nos repudia y menosprecia. Y en este sentido dirigiremos nuestra campaña electoral de cara a las Elecciones Europeas del año 2019. En estas condiciones no queremos permanecer ni un minuto más en esa Unión Europea.