No por conocida y esperada, la noticia deja de ser indignante, repugnate e injusta. Los tribunales se han puesto de nuevo de rodillas ante los intereses partidistas de un gobierno entreguista y traidor, más pendiente de las próximas elecciones que de las próximas generaciones. En la necesidad de pactar otros presupuestos y buscar el sempiterno apoyo de los separatistas que operan como partidos bisagra en el régimen de las autonomías, el Partido Popular ya le ofrece negociar sobre cualquier cosa a los sediciosos que han puesto en almoneda la unidad del estado y han pisoteado la dignidad de la Patria. No importa que hayan convertido Cataluña en un estado pseudo totalitario en el que más de la mitad de la población se siente perseguida. No importa que se asalten cuarteles de la Guardia Civil ni que sus coches acaben siendo exhibidos como el trofeo de guerra de una horda que les desarma y humilla. No importa que Puigdemont persista en el delito flagrante de publicitar el referéndum a pesar del dictamen de la Fiscalía.

Quienes van a dar con sus huesos en la cárcel son los 14 patriotas que gritaron en Blanquerna que Cataluña es España. Y lo hicieron en vísperas del 9-N, el otro referéndum que nos aseguraron que no se iba a celebrar. Entonces nuestros camaradas, cuyo destino es cumplir una condena injusta de prisión que ahora ha de ejecutarse, interrumpieron un acto sedicioso que a quién le habría correspondido impedir era al gobierno.

Vivimos hoy una escenificación con la que el gobierno quiere hacer ver, hacer creer a los medios, al pueblo y a los separatistas, que el llamado Estado de Derecho es igual para todos y que la justicia en España, aunque lenta, funciona. Y son todo patrañas.

El sistema se muestra fuerte con los débiles y débil con los fuertes. El Partido Popular ofrece negociación a quienes cometen un delito de sedición amparados por el aparato administrativo, político y mediático de toda una comunidad autónoma. El Partido Popular consiente que los neomarxistas de la CUP hayan batasunizado Cataluña, que en las protestas que se han desarrollado en las últimas horas hayan tomado las calles y se hayan producido graves incidentes entre los que se incluye el robo de armas de las fuerzas de seguridad.

Y sin embargo, para que transcurra la puesta en escena, para que parezca que el estado funciona, van a entrar en la cárcel los que gritaron que Cataluña es España. Se trata de trabajadores y estudiantes que van a dejar atrás a sus familias; militantes y simpatizantes de fuerzas patriotas con un discurso sincero, que sólo se financian con cuotas de sus militantes frente a esa administración que ha despilfarrado más de seis millones de euros para prevaricar.

Los nuestros entrarán en prisión ofreciendo un testimonio de dignidad mientras el PP y el PSOE siguen ofreciendo negociar a los sediciosos criminales de Cataluña. Avanzarán en la “federalización” de un estado que ya es federal, cederán más competencias, se inventarán nuevas fórmulas. Pero hay algo que en la sociedad española y especialmente en la catalana ya se ha roto y nunca podrán restaurarlo. El monstruo neo marxista que han creado en Cataluña ya está desbocado y terminará por devorarles a todos.

La falacia de que los 14 patriotas de Blanquerna entran en la cárcel porque el estado de derecho funciona ya no se la cree nadie. Es tan evidente el uso político de la justicia, el intercambio de cromos con la Generalitat, que al gobierno y a sus secuaces les saltará en la cara. Y será en forma de conciencia nacional. Los españoles necesitarán poner todo su empeño en la construcción de conciencia nacional, que es la única forma real de salir de la encrucijada en la que está España. Los 14 de Blanquerna son el mejor ejemplo que este sistema ha podido brindarnos para ello.