Buenas tardes Camaradas:
Dar las gracias a quienes os habéis acordado de mi para acompañaros en esta tarde, ni más ni menos que para recordar a un gran falangista, a un hombre de los pies a la cabeza, como era, por supuesto, Eduardo Ezquer.
No sé si más o menos valorado. Y no sé si más o menos recordado. Lo que sí es cierto, es que Ezquer forma parte de esos apellidos que todo buen camarada debería recordar y no solo conocer de su existencia, sino conocer lo que hizo y el porqué lo hizo.
Yo no he venido aquí a dar lecciones de biografía a nadie, para eso está nuestro inigualable e irrepetible camarada José Luis Jerez, nuestro historiador de cabecera, y sin duda alguna, el verdadero biógrafo de LA FALANGE y del NACIONALSINDICALISMO.
José Luis Jerez está haciendo un esfuerzo gigantesco e impagable, que jamás será recompensado debidamente, para que los que hoy estamos aquí, y los que vengan, sepan lo que sucedió y lo que pasó con una exactitud casi milimétrica, en aquella II República en la que nació La Falange y en el Régimen anterior nacido tras la Guerra Civil.
En ambas formas de Estado, pero en la misma España, vivió, luchó y peleó Ezquer, contra todo, y contra todos. Se jugó la vida en no pocas ocasiones y vivió el peligro como algo normal en el devenir de su militancia política en la Falange. Fue incomprendido, no sólo para sus “enemigos” tradicionales, o sea, comunistas, socialistas o anarquistas; porque no en pocas ocasiones, chocó y se enfrentó a camaradas o presuntos camaradas falangistas, con los que a veces no compartía la misma visión de hacer política o de hacer milicia. Y cuando, presumiblemente, después de finalizada la Guerra Civil, y cuando parecía que todo estaba dispuesto para que los falangistas tocaran “pelo” en el Régimen del General Franco, resultó que no, que los falangistas no tuvieron la oportunidad de hacer la Revolución por la que tantos lucharon y murieron.
Una Revolución que entonces, como ahora, sigue pendiente, y no creo que sea porque camaradas como Ezquer no hicieron lo posible hasta el último minuto de sus vidas. Ezquer, como tantos otros, no entendía de militancia cibernética, ni de militancia desde el mullido sofá de su casa. Su activismo militante, como el de tantos otros, les llevó a la persecución, a la amenaza, al enfrentamiento, a jugarse la vida por lo que de verdad creía, y por lo que estaba dispuesto a entregar lo mejor que tenía. Su propia vida.
Aquella nefasta II República se cebó con nuestros camaradas, especialmente con los mejores, con los más representativos, los más combativos, los que arrastraban más voluntades. Y entre todos ellos, Ezquer, sin duda alguna tiene un puesto de privilegio.
La situación no era fácil. La II República en poco mas de 5 años había tenido dos presidentes, doce gobiernos, una Constitución que constantemente era suspendida, cientos de incendios de iglesias y conventos, decenas de asesinatos políticos y sindicales, una revolución socialcomunista en octubre de 1934, un golpe de estado separatista en Cataluña, y para rematar el panorama «idílico», el asesinato por orden del gobierno, de uno de los Jefes de la Oposición. Esa era la presunta democracia contra la que se levantó la Falange; la democracia del tiro en la nuca, del secuestro exprés a través de las checas, la democracia de los tribunales populares y de los genocidios como el de Paracuellos y otros, la democracia de las huelgas generales y la de los atentados indiscriminados.
Pero la Falange no solo llegó para plantar cara a la II República. La Falange vino al mundo para acabar con ese liberalismo que en 90 años había tenido 101 gobiernos, tres guerras civiles, pronunciamientos militares, revueltas republicanas, varios asesinatos de jefes de gobierno y la pérdida de nuestras colonias en ultramar. Contra todo esto, es contra lo que surgió el NacionalSindicalismo; contra el pesimismo instalado en España desde hacia ya demasiado tiempo. Contra la manera de ver la vida sólo desde la izquierda o sólo desde la derecha. Nació la Falange contra el conformismo; y sus mejores militantes, como Ezquer, jamás se conformaron con la resignación, ni con el aplauso fácil o la palmadita en la espalda. Quizás por eso, cuando algunos pensaban que iba a vivir en la comodidad del vencedor o en el sillón del cargo nombrado a dedo, Ezquer prefirió rebelarse y ser fiel a lo que para él era la verdadera justicia social y los verdaderos principios por la que tantos lucharon, pelearon y murieron. No le importó en absoluto enfrentarse a los “fantasmones” del Régimen del general Franco, la mayoría de los cuales, poco o nada tenían que ver con lo que él pensaba, y por supuesto, con aquellas ideas que llevaron a los luceros a José Antonio, a Ramiro o a Onésimo.
Algunos imbéciles de teclado y pantalla, que se dedican a la crítica fácil y cobarde detrás del anonimato de un “alias”, suelen criticarnos el que recordemos a los nuestros y lo que hicieron. Hay que ser bastardos, porque además suelen ser lo que, o llevan treinta o cuarenta años tocándose los cataplines o directamente, jamás han militado, da igual en esta o aquella organización falangista.
Estoy harto de repetir que camaradas como Ezquer, y tantos otros, son nuestro mejor patrimonio. Ellos deben marcarnos el camino a seguir, y su sacrificio y entrega, no pueden ser ninguneados por ningún estúpido, por muy “auténtico” o “falangista sin falange” que se considere. Porque a todos estos que están buscando nuestra desaparición política y física, les va a importar un pimiento el que todos estos se escondan o intenten ponerse de lado.
Quieren ilegalizarnos y silenciarnos, que no recordemos a nuestros Caídos y que olvidemos lo que de verdad pasó, mintiendo sobre la historia y sobre la Guerra civil que provocaron y que buscaron desde el primer momento.
NO IMPORTA. Nosotros a hacer política, a hablar del presente, del futuro, pero también del pasado. Nos hemos recorrido nuestra querida España muchas veces este año, y el pasado, y el anterior y… muchos otros y hemos hablado de los enormes problemas que acucian a nuestra Patria y a nuestros compatriotas. Hemos aportado soluciones y denunciado situaciones como la provocada desde la aprobación de la basura de Constitución del 78 que nos ha llevado a esta situación de ruina y de caos en la que nos encontramos.
Nadie podrá decirnos que sólo nos dedicamos al recuerdo y a pasear por cementerios. Porque además de ser una puñetera mentira, es una cabronada con mayúsculas. Una crítica utilizada habitualmente por s cobardes y traidorzuelos que luego terminan votando a Cs o a Vox, con la excusa de que hay demasiadas siglas falangistas y que claro, para ese plan prefieren votar a la derechona, se llame como se llame. No es nada nuevo. Ya lo hicieron con la UCD, con AP, con el PP y ahora con las nuevas marcas blancas, o verdes, de la derecha corrupta y traidora de toda la vida. Mismos perros con distinto collar.
Camaradas, a mantener el recuerdo vivo de quienes como EZQUER, dedicaron toda su vida a buscar lo mejor para sus conciudadanos. Porque al fin y al cabo, los falangistas estamos aquí para eso, no para buscar ni prebendas, ni cargos, ni coches oficiales. Estamos para servir a los demás y no para servirnos del poder.
¡ARRIBA ESPAÑA!
Discurso de Manuel Andrino, Jefe Nacional de La Falange, el pasado 30 de noviembre, en la presentación en Don Benito (Badajoz) del libro de José Luis Jerez Riesco «Eduardo Ezquer, el rebelde indómito de la Falange«.