Ellos siguen cobrando sin dar un palo al agua, mientras los trabajadores españoles siguen teniendo sueldos de miseria, con contratos basura por días y hasta por horas, y mientras la incertidumbre y la «ralentización» frenan las inversiones públicas y privadas.
Les importa un pimiento seguir dando el espectáculo intolerable y esperpéntico de estar sin gobierno en el Estado, o sin gobiernos autonómicos en regiones tan importantes como por ejemplo Madrid. Están a lo suyo, esperando marcharse de vacaciones con las prebendas propias de su «estatus» de político a sueldo, pactando con terroristas, separatistas o comunistas (para el caso es lo mismo), o cogiendo pataletas infantiles porque uno u otro no se quieren hacer la «fotito» conmigo, que soy muy digno y muy «machote», aunque ya se hayan reído bastante de mi en Andalucía o en el Ayuntamiento de Madrid.
Y como decía la canción, «el pueblo sigue dormido ingnorando de su suerte«, manipulado en un sentido o en el otro, dependiendo del periódico, de la tv o de la emisora de radio, que uno tenga la puñetera desgracia de leer o de sintonizar. Al fin y al cabo, ellos también reciben su «mordida» correspondiente de la corrupción generalizada que representa este puñetero sistema partitocrático nacido un día nefasto de la historia de España, allá por diciembre de 1978. Puñetero día y puñetera constitución.