Que en determinadas regiones de España no hay autoridad que valga, más que el gobierno independentista de turno, es algo requetesabido. La última prueba la tenemos con la puesta en libertad de toda esta panda de hijos de perra que han sido ovacionados y aplaudidos al llegar a sus domicilios. Algo que no ha podido suceder más que con la connivencia de la policía autonómica vasca y, por supuesto, con la dejación de funciones del gobierno central.
Un gobierno central, representado en Vascongadas por ese vende peines que responde al nombre de Carlos Urquijo que, convertido en un mar de lágrimas, lamentos y sollozos ridículos, ha expresado su incapacidad de no poder hacer nada para evitar que se humille a las víctimas del terrorismo, una vez más, con la complicidad y el silencio del PP, que continúa con la política de conversaciones con los criminales de ETA iniciada por ese canalla que responde al nombre de Zapatero.
Si el delegado del Gobierno en Vascongadas, con todo el aparato del Estado a su disposición no es capaz de frenar esos homenajes, incluyendo por supuesto la fuerza armada, lo mejor es que se quite de en medio y reconozca lo que ya todos sabemos. O sea, que España se ha convertido en 17 mini estados donde cada uno hace lo que le da la gana, y si es para romper la unidad en pedazos, pues mejor que mejor, que para eso estos políticos traidores lo llevan fomentando desde hace mas de 35 años. Justo cuando se aprobó esa basura de Constitución que mañana algunos «celebrarán». Como si hubiera algo que celebrar.