Para entender el Nacional-Sindicalismo hay que profundizar en lo más íntimo de la persona como portadora de virtudes y dimensionarlo todo a lo colectivo, político, social, cultural, laboral, patriótico, etc.
Las sociedades, sobre todo las europeas, a principios del siglo XX estaban influenciadas por dos corrientes internacionalistas: el liberalismo con sus democracias casi siempre monárquicas y el socialismo con su totalitarismo casi siempre republicano. Es en ese momento cuando nacen corrientes nuevas de fuerte identidad nacional, motivo este que las imposibilita para formar una nueva internacional, aunque por ser semejantes sus intereses y al enfrentarse a las dos corrientes citadas sí les es posible formar alianzas.
En España los análisis de Ramiro Ledesma y José Antonio Primo de Rivera sobre el marxismo y el liberalismo dieron lugar a una forma de entender la vida en la que el origen de toda existencia debería ser la dignidad de la persona dentro de la metafísica Unidad de la Patria.
Más de una vez, y en nuestra opinión de forma acertada, se ha definido a España como la obra espiritual del hombre, y es precisamente esa permanente espiritualidad lo que la hace diferente desde su formación de otras naciones de Europa… y decimos Europa porque las demás naciones del mundo son formadas por las diversas naciones europeas. Por supuesto que hay momentos en la historia que nos hacen formar parte de la misma Unidad con lo que son otras naciones en los momentos actuales.
Roma no solo fue común para muchos territorios europeos y del otro lado del Mediterráneo, su civilización no sólo creó un imperio, sino que también creó toda una cultura que han tenido como consecuencia todos los avances humanos, sociales, políticos, culturales, con obligaciones y derechos de estado y humanos que enriquecen el mundo actual, a pesar de sus muchos defectos, las sociedades occidentales son mucho más prósperas que las restantes, aunque su decadencia sea cada vez más acusada debido, precisamente, a su distanciamiento de los que fueron sus orígenes.
Personalidades como Séneca, Adriano, Trajano, Teodosio y muchos más, nacidos en Iberia, son claves a la hora de entender el nacimiento de las naciones europeas desde sus orígenes.
Lo que se ha citado anteriormente, refiriéndose a España, como obra espiritual del hombre, recibe toda esa herencia, pero también tiene su parte genuinamente española, que a lo largo de la historia ha dado lugar a una espiritualidad y a una cultura que, necesariamente, nos guiaron hasta la formación de España como PATRIA-NACIÓN y, posteriormente como PATRIA-NACIÓN-ESTADO, porque España, antes de ser Unidad territorial y unidad política ya era Unidad Espiritual y Unidad Cultural.
La ciudad de Toledo con los concilios gótico-ibero-romano. Covadonga, origen del nacimiento de los reinos cristianos. Las Navas de Tolosa, Unidad de los Reinos en una sola Fe religiosa y una misma cultura contra el enemigo común. Lepanto, defensa espiritual de Occidente. Flandes, defensa del Sacro Imperio. La inmensa obra de la evangelización del mundo. El 1808, en defensa de una herencia contra el modernismo masónico. Forman parte de la historia universal pero de generosidad cultural y espiritual genuinamente españolas.
Todo este transcurrir por la historia ha dado lugar a las diferencias y semejanzas del Nacional-Sindicalismo con otros movimientos europeos, que por coincidencia en el tiempo y en las necesidades históricas y sociales –aunque más parecidos en la estética que en la ética- nos hace mirar con simpatía y afecto a todos ellos, sobre todo a los que se adelantaron y animaron a las demás naciones a buscar en sí mismas para encontrar el despertar en sus orígenes de la Unidad de Destino en lo Universal.
La amalgama perfecta y compacta de la espiritualidad y la Milicia, junto a la Cultura y el afán de Justicia como servicio permanente a la persona armonizada con su Patria, impregnada de la poesía Falangista, han hecho del Nacional-Sindicalismo una forma de vida en combate permanente “contra el mundo cobarde y avaro sin belleza, justicia ni Dios”. “Toda reconstrucción de España ha de tener un sentido Católico” (José Antonio).
El Nacional-Sindicalismo concibe a España como una Nación con empresa histórica, con un destino diferenciado en lo Universal, que se afirma en sí mismo como Patria, no en virtud de lo físico, sino de lo espiritual y Universal.
La geografía, la raza o la lengua serían cuestiones secundarias si no existiera en lo Universal la Unidad de Destino y Misión Histórica.
La Falange asume que las diferencias naturales de la geografía, la lengua, la raza son variedades que engrandecen a España, que se configura en una comunidad cuyo destino se afirma en la Justicia Social. La Falange requiere un estado de fuerte moral y justo en servicio de la Nación, teniendo como raíz social el trabajo de la persona, un Estado garante de una vida política en consecuencia con la Justicia y el Bien Común. Inspirado en la teología de Santo Tomás de Aquino.
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Próximamente la 2º y 3ª parte: libertad y economía.