- Las fuerzas de seguridad tienen fichados a 118 grupos anarquistas, todos ellos fervorosamente anticlericales.
- Pero todavía no han detenido al Comando Mateo Morral, el que se ha mostrado más agresivo contra los católicos.
- Y esto a pesar de que no es nuevo en la plaza: antes de la bomba en el Pilar, ya intentó explosionar otro artefacto en la Catedral de la Almudena.
- Se confiesan anarquistas o antisistema, pero su verdadera vocación es el odio a la fe cristiana.
- La Iglesia no quiere dar cifras pero lo cierto es que aumentan los actos de profanación, sacrilegio y hurtos blasfemos en templos católicos.
El atentado contra la Basílica del Pilar ha disparado todas las alarmas en el Ministerio del Interior. Ya no estamos jugando con profanaciones de templos, palizas a curas, robos en parroquias, en ocasiones con el añadido sacrílego de ensañarse con las formas consagradas. La Iglesia no quiere hablar de ello, pero en privado reconoce que se han disparado.
Y ahora preocupa a la policía. Ahora los cristófobos, los que odian a Cristo y a los cristianos, ya colocan bombas, como la de la Basílica del Pilar, donde afortunadamente no se produjeron víctimas porque no había nadie rezando en esa zona del templo en ese momento. Y la cosa no empezó ayer.
Ocurre que nadie insta a las fuerzas y cuerpos de seguridad, ni a los jueces, a perseguir el anticlericalismo rampante y que amenaza con ser sangrante. Si se trata de los llamados ultraderechistas sí, pero como se trata de los católicos… ¡que se fastidien!
En cualquier caso, las fuerzas de seguridad siguen su labor y tienen datos. En 2012 detuvieron a 20 personas de los grupos que se denominan anarquistas o antisistema, todos ellos fervorosamente anticlericales. Pues bien, en este año 2013, estamos a primeros de octubre, ya casi se han triplicado las detenciones: 53. Son datos que ha facilitado a Hispanidad la propia Dirección General de la Policía. Es más, también me dicen que tienen fichados hasta 118 grupos antisistema, más o menos violentos, con mayor o menor tendencia a considerar que su gran enemigo es la Iglesia de Roma, organización reaccionaria y parafascista que detiene el progreso de los pueblos. Si no, lean el argumentario de los chicos de Mateo Morral, los de la bomba en El Pilar.
Pero políticos y periodistas continúan repitiendo que lo del Pilar de Zaragoza fue un “pequeño artefacto casero”. Así empezó el desastre de la II República y la posterior guerra civil, mientras Manuel Azaña contemplaba cómo ardían los conventos en Madrid y se negaba a actuar con las siguientes palabras: “Todos los conventos de España no valen la vida de un español”. Salvo que el español fuera cura, claro está.
Eulogio López