El pasado 6 de Febrero celebramos, en el lugar de su asesinato, el homenaje a nuestro primer caído, universitario y español ejemplar, Matías Montero.
A las 20.00 se citaban los falangistas, con algunos venidos de provincias, especialmente de Tarragona, Cádiz y Melilla, para dar comienzo al acto. Presentó el acto el Jefe Nacional de las Juventudes Falangistas de España, Adrián Núñez, que dio paso a la lectura de la Oración por los Caídos de la Falange de Sánchez Mazas.
El “Señor, acoge con piedad en tu seno…” empezó a desengranar el silencio de la noche, finalizando con la puesta de cinco rosas cerca de la placa que el SEU mantiene a nuestro camarada.
Después, Adrián Núñez presentó a Miguel Valenciano, antiguo J.N. del SEU, para leer en la ausencia, por motivos personales, de Pablo Reinoso.
Reproducimos el discurso que enviaba a continuación:
Buenas noches, camaradas.
En primer lugar, quiero agradecer, en nombre del Sindicato Español Universitario, vuestra asistencia a este acto de homenaje. Quiero también hacer expreso el agradecimiento a los militantes que estas noches han llevado nuestra convocatoria a todas las esquinas de Madrid.
Y sí, hemos vuelto. Por si alguno lo dudaba. Hace años que los muros de Ciudad Universitaria fueran condecorados por última vez con el cisne de Cisneros, con las flechas yugadas de la Falange y con el nombre sagrado de Matías Montero.
Pero esta semana, para gusto de unos pocos y disgusto de muchos, la proclama de la Falange ha quebrado el coqueteo perezoso y burgués de los jardines y las terrazas universitarias, donde hace tanto tiempo que España se está muriendo.
Y España se nos muere, camaradas, asfixiada por una montaña de papeletas y de urnas, de estabilidades políticas, de regeneraciones democráticas y todos esos venenos que nos han alejado de aquel pueblo que una vez estuvo unido y tuvo un quehacer en la Historia.
Vosotros lo sabéis: el 29 de Octubre de 1933, el joven César, José Antonio Primo de Rivera, lanzó la consigna que habría de devolver a la sociedad española la unión entre sus tierras, sus clases y sus hombres. El trilema era claro y sin equívocos: Pan, Patria, y Justicia.
Y con esas tres palabras en el corazón, fue como murió Matías Montero. Es difícil imaginar, camaradas, que existió un joven como él, como cualquiera de nosotros, y que en este mismo lugar, Matías Montero fue asesinado. Y que fue verdad, y que fue hace no tanto. Paseaba por esta misma calle: quizá estuviera pisando donde alguno de vosotros tenéis ahora mismo los pies, y desde aquella esquina le abatieron a tiros por la espalda.
Lo hicieron los que un día habían sido sus compañeros.
Matías Montero en un primer momento formó parte de la Federación Universitaria Escolar, la agrupación socialista que dominaba las universidades españolas. Pero en cuanto conoció las consignas de la Conquista del Estado, de Ramiro Ledesma, escribió su carta de adhesión al periódico. Se unió, desde un primer momento, a la alternativa sindicalista y patriota que encarnaba la bandera roja y negra.
Fue un destacado miembro en la creación del falangismo universitario, siendo redactor en la sección “Falanges Universitarias” y participando en la creación del Sindicato, de este Sindicato, que hoy continúa, quizá sin merecerlo, su lucha.
Participó en el asalto a la facultad de San Carlos, y era una referencia carismática en el día a día de la Falange en la Universidad. Por ello le amenazaron de muerte. Sí, se lo tenían avisado. Dicen que quien avisa no es traidor, pero eso no quita que sea cobarde.
Porque de manera cobarde y alevosa fue como doblaron su joven talle sobre el asfalto de Madrid. Fueron unos cobardes, que representaban la vida de crápula y miseria, quienes ciegos de envidia, quisieron acabar con Matías por todo lo que representaba. No era sólo una lucha política: era una manada de degenerados y miedosos contra una generación estoica y resuelta, generosa y alegre… en definitiva: falangista.
Por el otro lado, su asesino, Francisco Tello Tortajada, era un miembro del PSOE que en aquellos años alegremente se responsabilizaba día sí y día también de asesinatos por toda España. El PSOE, no lo olvidemos, financiaba un grupo de asesinos llamado “Vindicación” cuyo objetivo era acabar con la vida de los jóvenes falangistas. El grupo lo dirigía un tal Santiago Carrillo, ¿os suena? Su propio hijo, que nunca rechazó las acciones de su padre, hasta hace bien poco era el rector de la Universidad.
Y la sangre de Matías, pagada con las monedas de Judas, corrió por las calles que le vieron nacer. Su sangre ha dado a nuestro guión su barra roja de los caídos. Y entre los pliegues de nuestra bandera negra, reposa su recuerdo que es promesa y es exigencia, a cada estudiante, a cada español, en la lucha por la Patria, el Pan y la Justicia.
Quisiera cerrar mi intervención, camaradas, con una elegía de otro falangista sincero, a la muerte de Matías Montero:
“A Matías Montero, estudiante fascista, alevosa y traidoramente asesinado.
Salud, hermano, aunque ya sé que la eterna salud es ya la tuya. Que sean estas líneas que hubiera podido escribir con lágrimas, si las lágrimas fuesen tinta, el responso sentido, solemne, acongojado de un hermano fascista, que te ofrenda sobre la losa fría de tu sepulcro una oración profana, después de otra cristiana, que te ofrecí también.
He llorado tu muerte, de verdad, como los hombres lloran, pero llorándola me ha llegado al alma como consuelo dulce, ese vivo monumento, de eternizar en mis hijos, y por ellos, en las generaciones de los suyos, de firmeza viril para la plena conciencia de una fe.
Viniste del enemigo. Y te cegó la luz de nuestro credo, y, sin temor a la muerte, obsequio canallesco de tus hermanos de ayer, paseaste por las calles al fuego de tus amores… hasta que, traidoramente, como chacales, te hirieron por la espalda, para cebarse después, asquerosas fieras repugnantes, en tu cuerpo inerte ya.
Yo he de ir a Madrid. Y en una noche, bajo el palio misterioso que la luna tienda, puesto de rodillas con el corazón en un puño, iré a la vera de tu sepulcro, para ver si ha florecido la planta del Amor, de entre tus restos. Las hiervas de tu sepulcro, las chinas de la pared de tu nicho, serán sagradas para mí, porque rozándolas, impalpable, habrá muchas veces pasado por sobre ellas tu espíritu glorioso, cortés y agradecido con los restos gloriosos de tu cuerpo, que hasta la muerte supiéronle servir.
¡Matías Montero, hermano! El brazo en alto, los ojos hasta el cielo, escucha la salmodia de mi llanto. Pero escucha también la promesa que te hago de no olvidar tu memoria por los días de mi vida y trabajar, sin descanso, por nuestro credo que te es deudor de la vida.
España, nuestra España la que desplazó hasta tu pecho, el viejo espíritu ancestral, que busca luz para imperar de nuevo, esa España, sabe pagar sus deudas. Mientras tanto, camaradas, gritad conmigo:
¡¡Matías Montero!!
Acto seguido, tomó la palabra el Jefe Nacional de la Falange, Manuel Andrino, para cerrar el turno de oradores.
Pronunció con verbo claro y exacto, un repaso de actualidad a la memoria que ahora los “nuevos rojos” del Ayuntamiento pretenden destruir.
Matías Montero, ¡¡Presente!!
Fuente: https://seuoficial.wordpress.com/2016/02/08/acto-de-homenaje-del-seu-a-matias-montero/#more-623
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