Joan Tardà, diputado de ERC, es el vivo ejemplo del cinismo que inunda toda la política parlamentaria, que ha sido reducida a una campaña de mentiras interesadas y de mercadotecnia.
Este personaje que representa el papel simpático y pacífico del dúo que forma con el insufrible Gabriel Rufián, es capaz de declarar sin ninguna vergüenza que su «República no se construye con pasamontañas«; para acabar afirmando que, con sangre, no valdría la pena la secesión.
Lo dice el mismo que se pasea felizmente con terroristas -Otegui, Sastre, Bentanachs,…-. El mismo que es Diputado Nacional de un partido con un abominable pasado criminal manchado con la sangre de miles de catalanes inocentes. Ese partido que venera a su «president mártir» –Lluís Companys-, responsable del exterminio físico de los catalanes «molestos». Un partido que ha sido el destino de demasiados miembros de la organización terrorista Terra Lliure.
Sin olvidarnos de sus ridículas juventudes -JERC- y su entorno que eran capaces de hacer campaña para Herri Batasuna, en la época del brutal atentado de Hipercor; y que ahora se dedican a blanquear el terrorismo realizando informales charlas feministas a niñas y jóvenes dentro de escuelas públicas para «regalar», de la forma más ruin imaginable, pulseras con este malintencionado juego de palabras.
Es necesario liberar España de la casta dirigente. Para ello, se hace imprescindible que los escaños de los parlamentos no estén en manos de los partidos políticos que todo lo embrutecen.