El próximo 26 de mayo los españoles, junto con otros ciudadanos de parte de las naciones que conforman Europa, están llamados a las urnas para elegir a sus representantes en el Parlamento Europeo.
Como viene siendo habitual, no solo en el caso español, en la campaña electoral, los partidos, salvo generalidades, diluirán y ocultarán el debate real que debiera servir al ciudadano para decidir a la hora de depositar su voto y decantarse por una u otra opción. Es así porque, en realidad, la práctica totalidad de los partidos que concurren a los comicios son euroapasionados, partidarios del actual modelo de Unión Europea en el que, además, quieren profundizar en el sentido contrario al que a nosotros nos lleva, por España y para España, a trabajar por cambiar la Unión Europea para reconstruir la verdadera Europa.
Un modelo, ese que los más nos ofertan, que conduce a la progresiva disolución de las patrias-nación en un espacio sin contenido que transfiere la soberanía de nuestras naciones a un ente burocrático, la UE; que se constituye como amenaza para la continuidad de España como nación única, libre y soberana. Un modelo, una UE, que se encuentra bajo el monopolio político de la triple alianza que forman populares, liberales y socialistas que lo sostiene y la difunde. A esta triple alianza se suman, con intención de ser las corrientes reconductoras del descontento y la desafección que recorre Europa, otras fuerzas políticas que aspiran a formar entre los euroapasionados, aunque su discurso, para atraer a ese votante, pudiera parecer crítico con la UE.
La ausencia de debate, la aceptación del modelo actual de la UE, conduce a la extensión de la idea de que son elecciones sin mayor importancia, en las que se vota en clave nacional, y en las que los altos índices de abstención hacen patente el desinterés de los ciudadanos, de los españoles en nuestro caso, por esta llamada a las urnas. Comicios que se ven adulterados por su habitual coincidencia con otras consultas (en nuestro caso, municipales y autonómicas). Un planteamiento y una coyuntura que estiman propicios los euroapasionados, la práctica totalidad de los partidos que van a concurrir a estas elecciones, al ser conscientes de los altos índices desafección de los ciudadanos que, en todos los países, muestran las encuestas con respecto a su posición frente a la UE y que no quieren que se transforme en una opción política con presencia, palabra y voto.
Más de la mitad de los llamados a las urnas en toda Europa sienten que la UE, esta Europa que no es Europa, no les interesa o, simplemente, que no se sienten realmente representados por los eurodiputados de los grupos aludidos. Es así porque los europeos han ido asumiendo que la UE es un proyecto al servicio de las elites, construido de espaldas a los ciudadanos, cubierto por una manta de nuevo despotismo, dirigido por una eurocasta sostenida por los eurócratas que tiene a su disposición ingentes fondos para la propaganda y la compra indirecta del voto. Una UE gobernada nominalmente al dictado, sin legitimación democrática, de una Comisión Europea elegida por la propia casta, fiel intérprete de las necesidades de los mercados, sierva de la globalización, sintonizada con los grandes lobbys, que marca el futuro económico de los Estados y su papel en el entramado de la UE, condicionando y limitando la soberanía de las naciones a través de unas normativas que representan un recorte del 70% de nuestra capacidad de decisión.
La UE es en realidad un entente abstracto, cada vez más vacío de contenido e identidad, depredador de nuestras economías, recaudador de fondos y cada vez más apátrida. Una bandera que nosotros tachamos con una cruz con los colores de España. Una bandera con la que se cubre un entramado político-burocrático al servido de los mercados, de las oligarquías financieras y de los lobbys; que por ello, bajo discursos de unidad, divide a las naciones, por razones económicas, en bloques diversos. Una Europa en la que ni tan siquiera el Euro es, como usualmente se cree, una moneda única.
Atendiendo a los datos demoscópicos nadie puede negar que esta UE es hoy un espacio para la contestación ciudadana, para el descontento de quienes no viven bajo el engaño de los datos macroeconómicos. A la abstención, asumida por la eurocracia, por los euroapasionados, como un mal menor que contribuye a legitimar su posición, tanto sociológica como electoral, se suma la expansión y el crecimiento constante del denominado movimiento de los euroescépticos del cual ADÑ forma parte. Expansión y crecimiento que se está produciendo a pesar de los intentos de los lobbys y las castas para alumbrar marcas blancas que eviten el cuestionamiento de la UE y el arraigo de propuestas de integración más acordes con la identidad de Europa, partidarias de mantener la soberanía de las naciones y de defender los derechos sociales de los ciudadanos.
ADÑ, como alternativa a los euroapasionados y a las marcas blancas, como formación euroescéptica, se suma al casi 70% de los europeos, que o bien se han abstenido o han votado a partidos euroescépticos. El próximo 26 de mayo los españoles vamos a tener que decidir cuál es la orientación que queremos que adopte la UE en el futuro inmediato, no qué partidoqueremos, en función de las opciones de izquierda, centro o derecha, que obtenga mayor número de eurodiputados. En realidad, en las elecciones del domingo 26 de mayo, solo existirán dos opciones:
La primera, la de aquellos que adoran esta UE y aspiran a hacer “más Europa” cediendo soberanía, que es lo que apoyan populares, liberales o socialistas.
La segunda, la de quienes nos presentamos como euroescépticos y trabajamos por una nueva Europa. Lo hacemos porque no queremos ser cómplices de quienes quieren acabar con las naciones al colocarnos a todos bajo el gobierno de un ente supranacional burocratizado al servicio de intereses ajenos a los de los ciudadanos y de los Estados; de quienes promocionan, apoyan y alientan un entramado que se aleja cada vez más de sus raíces, de su identidad, para perderse en un multiculturalismo destructor.
Nosotros, los euroescépticos, los partidos coaligados en ADÑ, no creemos en esa “Europa de los mercaderes” que renuncia a su identidad, que impulsa el proceso de destrucción de las bases morales de la civilización occidental y cristiana, que no cree que Europa sea la expresión de un concepto que se asienta en la historia, en la conciencia y en la convivencia.
Ello no nos hace, como con simpleza se trata de transmitir, enemigos de Europa, al contrario: porque somos españoles somos y nos sentimos europeos. Porque nos sentimos europeos tenemos la obligación, frente a esta UE, de ser euroescépticos para defender nuestra soberanía y nuestra identidad, pero también la identidad común de Europa asentada en sus raíces cristianas.
ADÑ comparece en el panorama político para acudir a estas elecciones europeas porque sabemos que también en Europa, en el seno de la UE, es necesario defender, no solo nuestra soberanía, sino también nuestra integridad y unidad como nación, abogando, además, por el establecimiento de políticas socioeconómicas justas.
ADÑ combatirá en el Parlamento Europeo al independentismo de forma contundente, denunciando el colaboracionismo de algunos países y fuerzas políticas en Europa, a veces mal informadas por la ausencia de nuestra palabra, exigiendo a todos el compromiso de defensa de la soberanía de todos y cada uno de los Estados que la integran, oponiéndose a las tendencias de concebir la futura UE más que como Europa de las Patrias como Europa de las Regiones, para así poder ir eliminando la idea y el concepto de Patria para sustituirla por una insípida ciudadanía europea.
ADÑ, entiende que la consecución de una Europa de Patrias libres y soberanas, implica necesariamente plantear, como nosotros haremos, en la UE, en el Parlamento Europeo, la elaboración de una declaración que obligue al Reino Unido no solo a reconocer la soberanía española sobre Gibraltar, sino la devolución del territorio arrebatado a España. De igual modo, en todo momento, la UE debe asumir que Ceuta y Melilla, junto con Canarias, son parte integrante de nuestro territorio nacional.
ADÑ quiere recuperar para España un papel fundamental en el seno de la UE, el de ser puente entre Europa y América, ya que las naciones hermanas que nos consideran como la Madre Patria son las Europas que España alumbró. Un bloque de países con los que compartimos rasgos de cultura e identidad.
ADÑ defenderá en el Parlamento Europeo nuestra historia, nuestro pasado común, combatirá la mentira histórica mediante la difusión de información entre los miembros de la Eurocámara. ADÑ denunciará y combatirá la ideología de la memoria que forma parte del discurso ideológico de la izquierda, así como su falsa y pretendida superioridad moral y cultural.
ADÑ llevará al Parlamento Europeo la condena del comunismo, el reconocimiento de sus víctimas, la creación de una Comisión encargada de precisar el número y la identidad de quienes perdieron la vida luchando contra el comunismo.
ADÑ planteará en el Parlamento Europeo la condena por parte de la Eurocámara de la persecución religiosa llavada a cabo por los gobiernos de izquierda de la II República y los organismos y partidos políticos integrantes del Frente Popular.
ADÑ quiere hacer realidad el principio fundacional de Europa, recuperando el planteamiento original del Mercado Común y no de un Estado Común: un espacio para un mercado económico común que nos proteja frente al acoso de otras regiones del mundo, que blinde los intereses económicos de los países que la forman frente a la presión de los mercados que se nutren del dumping económico o laboral, frente a la especulación financiera de los grandes gestores de capital.
Restaurando la soberanía nacional
El actual proyecto de la UE, en el que convergen populares, socialistas, neocomunistas y liberales, reiterémoslo, tiene como horizonte, a pesar del fracasado proyecto de Constitución Europea, la reducción progresiva de la soberanía de los Estados y el depósito de la misma en una superestructura burocrática.
ADÑ presenta, como base de su programa, una enmienda a la totalidad a esa UE; una deconstrucción en base a la recuperación de la soberanía por parte de los Estados. Esto implica que deberá volver a ellos la capacidad de decisión y acción en materias que son competencia o están condicionadas por la política comunitaria.
ADÑ quiere reedificar Europa, tanto estructural como conceptualmente, en base a la cooperación, asociación y colaboración entre los Estados. La soberanía de los Estados no podrá estar nunca por debajo de la de la UE y estos, a través de sus instituciones, tendrán capacidad de control y ratificación de las normas y leyes comunitarias. Queremos un espacio de colaboración libre y no la imposición de un Estado único de corte federal destructor de nuestras identidades nacionales.
ADÑ propone una nueva UE, más acorde con sus propósitos iniciales, fiel a su identidad, como espacio común para la asociación, colaboración y la cooperación entre los Estados que la integran en materias específicas, especialmente en aquellas que permitan, en un mundo cada vez más globalizado, en el que, a la vez, existen bloques político-económicos definidos, articular una posición europea en función de los intereses de los europeos como comunidad con identidad propia.
En línea con lo anterior, ADÑ sostiene que España debe recuperar la capacidad de gobernarse conforme a sus propios intereses. La cesión de competencias esenciales a la Unión Europea por un lado y a las Comunidades Autónomas por otro, ha vaciado de contenido al Estado español; hasta tal punto que actualmente no puede ejecutar libremente las políticas que crea más convenientes en beneficio de los españoles.
ADÑ considera fundamental recuperar la soberanía, independencia y capacidad de decisión y ejecución sobre aspectos tan relevantes como la política monetaria y financiera, la seguridad interior y exterior, el valor de las decisiones de nuestros Tribunales o las políticas agrarias, ganaderas, pesqueras e industriales.
Recuperando el control sobre la política monetaria: salir del Euro
La falta de soberanía y la alta dependencia en la que nos movemos, que se ampliará en los próximos años de seguir el rumbo político actual, nos conduce a una Europa de dos velocidades, jerarquizada en dos espacios distintos: la Europa de producción y la Europa de servicios. Una Europa que en vez de conducir hacia la nivelación de sus miembros configura un mapa con países centrales, competitivos e industrializados, y países dependientes del sector servicios, como es nuestro caso. Una Europa con países damnificados, como España, a los que se les ha desprovisto de su capacidad de mantener un crecimiento recurrente, al ver limitados los aportes que suponen el desarrollo y ampliación de los sectores primarios e industrial.
Ante esta realidad, España debe recuperar su soberanía económica tanto en lo decisorio como en lo monetario. Subrayemos que hoy el 40% de la población de la UE vive fuera del euro. La reciente crisis ha demostrado que los países que no estaban dentro de la política del euro, de la zona euro, han superado la misma de una forma mucho más eficaz que los países sometidos al euro, como consecuencia de poder haber dirigido sus políticas monetarias y financieras de la forma que interesaba al país y no a la eurocracia de Bruselas.
El análisis de la realidad de esos países nos demuestra que con moneda propia, con soberanía monetaria, se puede luchar contra el desempleo, pagar la deuda por razón de una balanza comercial positiva, abaratar los tipos de interés que se pagan por la deuda y tener un saldo positivo en relación con el PIB. Así el riesgo de pobreza disminuye, y lo que es más importante se mantiene la independencia financiera, que es un elemento fundamental para mantener realmente la soberanía y la identidad nacional.
ADÑ aboga por la salida de España de la moneda única, recuperando nuestra soberanía monetaria.
ADÑ es, además, partidaria no solo de revisar todo el tratado de adhesión de España a la UE, firmado en condiciones que facilitaron la imposición en vez de la negociación, sino de plantear a los españoles un referéndum sobre la continuidad de nuestro país en el actual modelo de UE.
Defendiendo los derechos sociales: pongamos fin a las políticas de recortes
Nuestra Europa es la de la Justicia Social, es la que pondrá la economía al servicio del hombre. No formamos entre los que tienen como horizonte servir a la Europa de los mercados. Ni nos situamos cómodamente entre los que se detienen satisfechos ante el dibujo de los datos macroeconómicos, en tanto en cuanto las mejoras y el crecimiento no se trasladan a los ciudadanos. No lo hacemos porque esos buenos datos son el resultado del sacrificio y de los recortes sociales realizados y sufridos por las clases medias y populares.
Nos negamos a asumir como una realidad incontestable que el futuro será el de la Europa del empleo precario y los salarios bajos, de la desigualdad social, del menor peso de una economía distributiva, de estratos sociales invisibles y de la proliferación de los nuevos pobres en el paraíso consumista, del retroceso en las conquistas sociales.
ADÑ se posiciona, incuestionablemente, a favor de la Europa Social que debe garantizar el derecho al trabajo, a la vivienda, a la sanidad, a la educación, a la cultura y a la protección social de los excluidos, los marginados de la cifras macroeconómicas y que, siendo europeos, viven en nuestra Europa dentro de los márgenes de la nueva pobreza; prestando, además, especial atención a los que suelen ser olvidados al diluirse en las estadísticas.
ADÑ entiende que el primer objetivo de esa Europa Social debe de ser crear empleo y para ello es necesario proteger a nuestros sectores agrarios, pesqueros e industriales. Ello implica defender en Europa políticas de protección de nuestros productores frente a la competencia desleal de las empresas que producen en países cuyos trabajadores carecen de derechos laborales. Promocionar la producción propia frente a acuerdos con terceros países para la importación, especialmente en el sector agrario.
ADÑ quiere una Europa de presupuestos sobrios, orientados al empleo y la protección social, austeros en todo lo referente a gastos suntuarios, propagandísticos y publicitarios. Unos presupuestos que contribuyan a la corrección de los desequilibrios sin abuso impositivo.
ADÑ aboga por la eliminación de presupuestos expansivos basados en el incremento impositivo.
ADÑ propondrá la limitación de las subvenciones y ayudas, para que solo sean beneficiarias de las mismas aquellas organizaciones que trabajen por el bien común.
ADÑ llevará al Parlamento Europeo una iniciativa para que se establezcan mínimos similares de atención social en materia de sanidad (médicos, enfermeros, camas… por habitante) en los países miembros.
ADÑ, consciente de nuestra realidad demográfica, propondrá el desarrollo de un Plan Europeo para la Dependencia.
ADÑ promocionará la creación de un Plan Europeo de Atención a la Minusvalía y la Discapacidad. Defenderá en todos los niveles la protección integral al discapacitado, incluyendo al concebido y no nacido.
ADÑ planteará una iniciativa para la elaboración de un Plan Europeo de Ayuda a las Familias con Afectados por Enfermedades Raras.
ADÑ impulsará en el Parlamento Europeo la creación de una Comisión específica cuyo horizonte deberá de ser el establecimiento de mínimos comunitarios para el sostenimiento y mejora de las pensiones, que son un derecho, y la atención a la población de edad avanzada en el futuro próximo.
ADÑ llevará al Parlamento Europeo propuestas para hacer real una nueva concepción del salario en la que se contemple como derecho la participación en los beneficios, la complementariedad familiar y las prestaciones de ayudas específicas.
Reivindicando la tradición cristiana como base de los valores y la cultura europea
Frente a las ideologías que pretenden reconfigurar nuestras sociedades conforme a una nueva antropología, España debe reafirmarse en sus valores tradicionales que son los de nuestra tradición cristiana, cimiento firme de la propia y verdadera Europa. Valores de dignidad y libertad que constituyen el legado de la Europa que merece ser rescatada. Es necesario un rearme moral que nos lleve a ser vanguardia en defensa de la vida, la familia natural/tradicional y la moral objetiva.
ADÑ promocionará y defenderá en el Parlamento Europeo la expansión de los valores cristianos y de la moral objetiva.
ADÑ planteará la necesidad de adoptar medidas contundentes en favor de la protección de los cristianos perseguidos en cualquier parte del mundo.
ADÑ trabajará por la construcción de un modelo social, cultural y de protección apropiado para el desarrollo de la Europa de las Familias.
ADÑ, en consonancia con su concepto de Europa basada en naciones soberanas, apoyará el derecho de los países a no sufrir imposiciones por parte de la UE en materia de legislación familiar o moral.
ADÑ defenderá el derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta su fin natural.
ADÑ defiende el derecho a la vida sin matices ni excepciones.
ADÑ trabajará por la erradicación de las leyes abortistas, promocionará en el seno de la UE campañas específicas de concienciación sobre la realidad del aborto y su consideración como eliminación de una vida.
ADÑ propondrá políticas europeas de apoyo a la natalidad para luchar contra el invierno demográfico que padecemos. Medidas que favorezcan la conciliación de la vida laboral y familiar y permitan cubrir las necesidades económicas de las familias, con especial apoyo a las familias numerosas.
ADÑ buscará la creación de un grupo de eurodiputados a favor de la vida para plantear medidas a nivel europeo como: establecer el permiso de maternidad comunitario con un mínimo establecido entre las 30 y 40 semanas; luchar contra la discriminación laboral de la mujer embarazada a través del blindaje del puesto de trabajo; arbitrar políticas de apoyo a las madres para el establecimiento de fórmulas de ampliación de los períodos de licencia remunerada o empleo a tiempo parcial durante el primer año tras el permiso de maternidad; poner en marcha de un Programa Europeo de Ayuda a la Mujer Embarazada.
ADÑ denunciará y combatirá la denominada ideología de género, elemento capital de la izquierda en su proyecto de ingeniería social cuyo fin es instalar auténticas fábricas de votantes.
ADÑ trabajará para que la UE garantice el derecho de los padres a escoger, libremente, sin barreras económicas, la educación de sus hijos. Lo que implica garantizar la libre creación de centros educativos.
ADÑ impulsará a nivel europeo, estableciendo políticas comunitarias, la persecución y represión de la corrupción de menores, la pederastia, la trata de blancas y las nuevas formas de esclavitud.
Controlando de forma efectiva nuestras fronteras
Razones de seguridad exigen poner fin al Espacio Schengen. El terrorismo islámico, las mafias que trafican con inmigrantes, los narcotraficantes y el resto de organizaciones criminales tienen un aliado impagable en la inexistencia de controles fronterizos.
ADÑ estima que es necesario que Europa contemple del terrorismo como delito de genocidio, declarando que sus crímenes son imprescriptibles.
ADÑ propondrá un nuevo plan de seguridad de fronteras orientado tanto hacia el control de los flujos migratorios como de los yihadistas o de los propagandistas del yihadismo.
ADÑ planteará la necesidad de endurecer los criterios de acceso a la nacionalidad en los países de la UE.
ADÑ trabajará en las medias a adoptar para frenar las políticas que facilitan la inmigración masiva que, a su vez, parecen perseguir la llegada de mano de obra barata para someterla a explotación.
ADÑ estima que, para limitar y controlar los flujos migratorios, Europa debe realizar un mayor esfuerzo para la cooperación, el desarrollo y la lucha contra la pobreza en los países del África Negra, contribuyendo a frenar el drama que conlleva en la mayor parte de los casos la emigración a Europa desde aquellos países.
ADÑ propondrá medidas concretas para, en nombre de la justicia, de la necesidad de no descapitalizar humanamente los países, frenar en origen las causas de estas migraciones.
ADÑ quiere recordar que el actual modelo de Unión Europea se basa no en su identidad, sino que es concebido como un ente de intereses políticos y económicos, de tal modo que cualquier país que aceptara su marco y estuviera dispuesto a secundar sus objetivos podría llegar a ser miembro de la Unión. Ello posibilitaría la inclusión futura de estados que nada tienen que ver ni con el ser de Europa ni con las que hemos señalado como sus raíces fundacionales. Europa no puede albergar en su seno a Estados fundados en culturas ajenas a la civilización cristiana que pongan en riesgo nuestra cultura y modelo de convivencia. Desde esta base, asumiendo e incorporando nuestro bagaje político y los años de trabajo, con nuestra comparecencia en los comicios electorales del 26 de mayo los hombres y mujeres, los grupos políticos que integramos ADÑ (FE de las JONS, Democracia Nacional, La Falange y Alternativa Española), tenemos la voluntad de llegar a las instituciones, pero, sobre todo, de recuperar y ganar un espacio político que está ahí. Ese que surge todos los días en las conversaciones, en la reacción individual del español de a pie hartos de corrupción, recortes, falta de política social, desprecio a la Patria, incapacidad para mantener la ley, desigualdad de derechos, pérdida de soberanía nacional y económica…
Y por ello y para ello, por España y para España, para cambiar Europa pedimos tu voto para ADÑ.
Fuente: https://adñ.org/articulo/programa-electoral-de-adn-para-las-elecciones-europeas-2019