Parece que algunos buscan esconder sus propias miserias con críticas hacia nuestra formación que no por ser repetidas hasta la saciedad dejan de ser mentira. Nos referimos a las cantinelas de vestir uniformes, de hablar solo de historia, de ser blandos con la inmigración…
Todos ellos, sólo deberían habernos visto y escuchado todos estos últimos meses donde, con el proyecto unitario de ADÑ, hemos ido de ciudad en ciudad para defender nuestras soluciones a los problemas de hoy. Ocasiones han tenido de sobras.
Mientras unos sólo opinan en su virtual entelequia, los falangistas hacemos política de verdad, contra todo y contra casi todos. Y lo hacemos en las calles, hablando sobre lo que más afecta a los españoles y con la contundencia que merece la actual situación. Nosotros sí representamos una alternativa real a todo este Sistema antiespañol que sufrimos.
Discurso de Manuel Andrino en la ciudad de Almería.
Como Jefe Nacional de La Falange, hoy estoy aquí para defender el esfuerzo común de las organizaciones que componemos la coalición “ADÑ”. Un esfuerzo sincero para preservar las ideas que aquí se están exponiendo, con la voluntad de respetar al máximo las distintas sensibilidades ideológicas, estratégicas, de programa, y hasta de visión de nuestra historia reciente por parte de cada uno de nosotros.
Creemos que la situación es lo suficientemente grave como para trabajar juntos, desde el mantenimiento de la identidad y de la autonomía de cada cual. Con el convencimiento de que existe una cercanía en el pensamiento, y en la forma de entender la política, estamos seguros de que podemos servir eficazmente a los ideales en los que creemos, participando en este proyecto de “ADÑ”.
Un proyecto que nos debe dotar de un fuerte altavoz con el que dirigirnos a la sociedad española para romper el cerco de silencio al que estamos sometidos. Porque nosotros no tenemos nada ver que con esa nueva “pata del banco” que conforman lo que llaman la “derecha” de este país. Lo que no sé, es porque algunos han tardado tanto en irse al redil del ultraliberalismo que representa esa llamada “extrema derecha”, cuando lo han tenido fácil hasta ahora. Antes lo hicieron los Suárez, Fraga o Aznar, a los que, por cierto, algunos de ellos se hartaron en criticar.
Y que no tenemos absolutamente nada que ver con ellos, algunos lo hemos dejado claro desde hace mucho tiempo, cuando hemos defendido por encima de todo, la defensa de la verdadera JUSTICIA SOCIAL como objetivo irrenunciable, junto a la sagrada defensa de la UNIDAD NACIONAL. Para nosotros es irrenunciable e inseparable una cosa de la otra.
Nosotros no nos vamos a poner del lado de las políticas económicas de Trump, ni siquiera de las de Marine Le Pen, como dicen estos nuevos “iluminados” a los que por cierto, les ha llegado el dinero como llovido del cielo. Del cielo de Tel-Aviv y de Washington, para más señas. Nosotros abogamos por la intervención directa y sin complejo alguno del Estado en la política económica, desde el principio rector del sometimiento de la economía a las personas, para terminar con la sumisión de todo y de todos al poder económico-financiero. Hay que acabar, ya, con las manifestaciones obscenas de riqueza, que producen situaciones escandalosas de pobreza, pasando por encima de esas estúpidas “cautelas” que este sistema liberal prevé, para garantizar demasiados privilegios, para demasiados “pocos”, que además, no los merecen.
Por eso defendemos de forma tajante la universalización de la sanidad, de la educación, de la justicia, de la vivienda. El derecho a un trabajo digno y bien remunerado. Y la existencia de unas pensiones dignas para nuestros mayores. No es tan difícil. Es cuestión de prioridades.
Hay que acabar ya, de forma inmediata con esta partitocracia que ha convertido España, en diecisiete reinos de taifas, donde se dilapidan cientos de miles de millones de euros todos los años, para duplicar y triplicar los mismos servicios al ciudadano. Y hay que poner punto final, a las subvenciones millonarias a partidos, sindicatos y empresarios, que además se han mostrado como asociaciones corruptas y delictivas, dependientes de esas entidades especulativas que dominan la economía mundial, y que imponen a su antojo y en beneficio de sus propios intereses, el presunto y famoso “pluralismo político”.
Está claro que esto que os acabo de decir, no lo van a decir esos que incluso han llegado a decir que “sSi La Falange no cree en este supuesto estado de Derecho y en su Constitución, pues que habría que ilegalizarnos”. Por si les queda alguna duda: Los falangistas NO creemos en este sistema corrupto y traidor nacido al amparo de esa basura de Constitución del año 78 y que no está llevando a la ruina, al caos y al enfrentamiento. ¿Les queda claro? Pues bien. Los que han pedido nuestra “ilegalización” no han sido, ni la izquierda, ni la extrema izquierda. Ha sido esa presunta extrema derecha que de momento ya ha hecho de mamporrera de la derecha aquí en Andalucía, con la excusa del que “aquí todo vale” para desalojar a la izquierda corrupta del poder. Por esa regla de tres les podríamos recordar lo que ha hecho el PP en Madrid, en la Comunidad Valenciana o en las Baleares, donde la corrupción y el saqueo de las arcas públicas ha sido generalizado y vergonzoso. Pues no. Aquí no vale todo. Aquí hay que tener principios. Y esos principios no pueden variar en función de los votos ni de las componendas políticas del momento.
Y esos principios son los que queremos ir a defender a Bruselas. Porque nos oponemos de forma frontal a esa globalización que pretende la pérdida parcial o total de la soberanía e independencia nacional. Debemos acometer de forma inmediata una política de afirmación de nuestra soberanía para que España ocupe el puesto que se merece en el concierto internacional, como entidad soberana y no, como súbdito de decisiones tomadas fuera de nuestras fronteras. Para ello será necesario revisar de forma inmediata el Tratado de Adhesión a la Unión Europea, buscando el mantener por encima de todo, la soberanía de nuestra nación, dentro del concepto de la Europa de las Patrias, en la que creemos. Y en nombre de recuperar esa soberanía y esa independencia pérdidas por nuestra nación, abogamos por ir a Bruselas y a Estrasburgo, a decirles que no creemos en esa Europa de los Mercaderes que reduce a los europeos a la categoría de simples números en una cuenta de resultados.
Queremos cambiar esa Europa de pretende nuestra disolución cultural y territorial para hacer efectivo ese gobierno mundial dirigido por distintos Foros y Logias. Esos Foros y esas Logias, que en virtud del buenismo estúpido de la izquierda y del complejo tradicional de la derecha, nos ha impuesto unas políticas de inmigración absolutamente inaceptables y descabelladas. Tenemos que recuperar nuestra plena capacidad de decidir, sobre quienes traspasan nuestras fronteras, y quienes no, y, por supuesto, expulsar de forma inmediata a todos aquellos extranjeros que se encuentren de forma irregular e ilegal en España, protegiendo con todos los medios disponibles las zonas fronterizas con el norte de África. Ya sea por tierra, por mar o por aire.
Si nos preocupa y mucho la inmigración es porque, entre otras cosas, incide de forma directa y negativa en las condiciones de vida de los españoles. Y en particular, de los más modestos de nuestros conciudadanos. Los distintos gobiernos intentan esconder el hecho de que es imposible la cohabitación de hombres y mujeres con culturas, morales y modos de vida tan diferentes, e incompatibles con los hábitos de vida de los españoles. La llamada multiculturalidad es una soberana estupidez, impuesta para acabar con las tradiciones y las culturas nacionales de cada uno de los países de Europa. Estamos sufriendo una invasión en toda regla, propiciada por el gobierno de la UE, y permitida, alentada y aplaudida por los gobiernos nacionales, al dictado de ese gobierno mundial del que antes os hablaba. Los medios de comunicación, las fuerzas de seguridad del estado y las distintas administraciones, intentan esconder el hecho incuestionable del incremento espectacular del número de delitos, y delitos graves, que se debe a los colectivos extranjeros. Como también se esconde el hecho de que gran parte de las subvenciones destinadas a educación o sanidad, van dirigidas a estos inmigrantes, que reciben las ayudas o las becas, que deberían ir dirigidas de forma prioritaria a las familias de los trabajadores españoles. El “efecto llamada” de las distintas leyes aprobadas, no ha hecho otra cosa que favorecer la entrada de ilegales y el asalto violento a nuestras vallas de Ceuta y de Melilla. Unas leyes que propician un reagrupamiento familiar con el que hay que acabar y que en muchos casos permiten que se validen como algo normal, conceptos de familia distintos al tradicional de España, como por ejemplo la poligamia, o la aplicación de la Sharía en el ámbito de su propia justicia.
Por eso pedimos reconstruir totalmente la Legislación europea y española alrededor del principio de preferencia nacional, con lo que ello significa:
- Revisión de la obtención de la nacionalidad.
- Abandono de la pedagogía intercultural en la escuela.
- Interrupción del reagrupamiento familiar.
- Expulsión inmediata de los clandestinos y de los delincuentes.
- Preferencia de las viviendas subvencionadas y de las ayudas sociales a los españoles.
- Prioridad absoluta de empleo para los nacionales por parte de las oficinas públicas de colocación.
- Aplicación restrictiva de la Convención de Ginebra para los refugiados.
- Y lanzar un plan de retorno inmediato e irrevocable de los extranjeros a sus países de origen.
Esto no es racismo. Y precisamente porque amamos la diversidad, somos conscientes de que esa diversidad solo es posible si se respeta cada cultura en su entorno. Y por eso denunciamos sin ningún tipo de complejo, la actual política suicida y estúpida de este falso “mestizaje” impuesto por la UE. Europa es más que una realidad geográfica. El cristianismo es inseparable de la cultura europea, y conforma gran parte de sus valores comunes, y por eso países como Turquía, Marruecos o Israel en ningún caso deben tener ningún trato preferente en las relaciones con Europa.
Debemos ser especialmente intransigentes con el proselitismo que se hace en nuestro país, de religiones que en sus países de origen oprimen y reprimen al cristianismo. Unos valores cristianos que nos llevan a defender la cultura de la vida, frente a la cultura de la muerte que actualmente financia y promueve la UE. Unos valores cristianos que nos hacen salvaguardar la maternidad y la preferencia por el matrimonio tradicional entre hombre y mujer, frente a la cultura de las inútiles e ineficaces “leyes de género” o “leyes LGTBI”. Por eso proponemos una política de preferencia familiar, una legislación favorable a la vida frente al aborto y la eutanasia; que permita la coexistencia de la actividad profesional y la maternidad de las mujeres.
Pues bien, con estos planteamientos, pretendemos ir a Europa a decirles que NO creemos en LA EUROPA DE LOS MERCADERES y SÍ en LA EUROPA DE LAS PATRIAS