Ayer tuvo lugar una manifestación en Milán, que congregó a diferentes movimientos políticos clamando contra la inmigración ilegal y esta Unión Europea que ha decapitado la soberanía de los pueblos que componen Europa.

Así, unidos en esta ocasión por una batalla común, aunque constituyendo dos movimientos con programas políticos diferentes, destacamos la presencia masiva de miembros de la organización -la Lega Nord- así como la de la militancia de Casa Pound Italia (CPI); Las dos representaciones políticas, constituyeron el grueso de la manifestación.

Como era de esperar, las informaciones que han llegado a España de la mano de la prensa liberal, no han sido sino bastardas: Por supuesto, el titular es: El racismo de la ultra derecha, pero además, lo refuerzan con dos perlas:  Por un lado, arrojando cifras insignificantes sobre  la participación (entre 3.000 y 10.000 personas, frente a las entre 40.000 y 80.000 de las que se habla en Italia, en el peor de los casos) y por otro, refiriéndose al independentismo de un sector de la Lega Nord, como el representante de todos aquellos que así se congregaban.

Hablar de que es un acto de racismo, cuando se defiende la soberanía de los pueblos, no es sino un ejercicio de demagogia barata y más teniendo en cuenta, que el líder del movimiento organizador del acto, Matteo Salvini de la Lega Nord, ha venido repitiendo hasta la saciedad que con el dinero de la operación “Mare Nostrum”, se podrían haber hecho grandes cosas en África. Y no sólo eso, en la propia tanda de discursos del día de ayer, personas nacidas en otros países, clamaban contra la vergüenza de que haya italianos que tengan que irse a fregar platos fuera de su país, porque su propio país se consume poniendo paños calientes a una inmigración ilegal, que no es sino un instrumento del sistema para destruir sus naciones –las de los venidos de fuera de nuestras Patrias- y las nuestras.

Las naciones en subdesarrollo no avanzan por culpa de un sistema al que le viene de maravilla que esto sea así, no por culpa de los italianos, españoles, franceses o griegos, -por poner un ejemplo-, que quieren conservar sus peculiaridades, sus tradiciones, su soberanía, porque se sienten orgullosos de su Patria y no quieren verla morir jugando a un juego capitalista repugnante.

Por otra parte, clama al cielo que cuando el propio vicepresidente de CPI, Simone Di Stefano, saltó a las noticias a mediados de diciembre de 2014, por haber sustituido en la sede de la comisión europea en Roma, la bandera de la UE por una italiana, -defendiendo la soberanía italiana-, se quiera tildar a su movimiento de “rompe-patria”. Pero de sobras es sabido que los medios de comunicación tergiversan hasta la saciedad, puesto que son esclavos de este sistema que hay que abolir de una vez por todas.

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Los falangistas observamos con envidia el gesto de unidad por el bien común que se expresó en las calles de Milán ayer y esperamos que algún día el pueblo español tome nota y se atreva a decir sin complejos, lo que sólo unos pocos afirmamos con rotundidad en las calles de Madrid el pasado 29 de marzo.