Se van a cumplir 40 años de la Constitución del 78 y solo podemos decir que de aquellos barros a estos lodos. Nos cansamos de decir que esta Constitución no iba a traer trabajo, justicia y paz para los españoles sino enfrentamiento, desigualdad y crisis institucional que se traslada finalmente a nuestro entorno familiar y dentro de la gravedad actual, al último escalón al que se puede llegar en un estado; al del mismo enfrentamiento en el núcleo de las familias como así ha sucedido en Cataluña o Vascongadas. Que familiares y amigos de toda la vida se retiren la palabra y lleguen familias partidas a nuestras fiestas más entrañables como es la Navidad, es el mayor fracaso al que puede llegar un político.

Era obvio que esta Constitución no es garante de los mejores valores que siempre han caracterizado nuestra Patria. Valores que se han ido destruyendo poco a poco hasta hacer de nuestra sociedad una masa borreguil e idiotizada, más pendiente de satisfacer los deseos más superfluos que de conseguir grandes objetivos. Desde luego, esto no ha sido fruto de la casualidad, una sociedad retrasada culturalmente y sin identidad es el objetivo que siempre han venido buscando los Soros y compañía para así someterla a sus voluntades. Quizás tras la mano de esta Constitución se encuentre un arquitecto instalado en algunas sociedades que todos conocemos y que siempre han estado tras asesinatos de presidentes y otros gobernantes. Quizás con el paso del tiempo algún día lo sepamos. Lo que sí es cierto es que tras estos 40 años, España se encuentra en un estado lamentable, desafiada como nunca y con una pérdida de riqueza y poder adquisitivo para los españoles que no se conocía desde los tiempos de la posguerra.

Los políticos además, persisten en su idea de enfrentar de nuevo a los españoles. Unos desenterrando antiguos odios mediante la Ley de Memoria Histórica, otros arruinando el país con sus corruptelas y gastos exorbitados y otros, intentando desmembrar territorialmente España con la complacencia de los distintos gobiernos y el Jefe del Estado, más preocupado por las andanzas de su padre que por el destino de España. La “Clase Política” hoy por hoy es el verdadero cáncer que sufre nuestra Patria y mientras persista este sistema, donde priman sus privilegios por encima del de los trabajadores españoles, España está destinada al desastre.

Muchos todavía creen que la “Carta Magna” va a solucionar nuestros problemas. Algunos cuando se encaran contra separatistas y otras escorias en vez de llamarse españoles, se hacen llamar constitucionalistas como si esto tuviera más significado que ser español. Hay que seguir recordando, que España está por encima de leyes y constituciones y existía mucho antes. La solución a nuestros problemas reside en nosotros mismos y en lo que sepamos hacer para nuestra Patria. De nada sirven los llamamientos a la ley y al orden si esto no garantiza la supervivencia misma de España ni de nuestros derechos como ciudadanos. El mejor ejemplo al que podemos llegar es el de hace un año, cuando ingentes masas de ciudadanos españoles se echaron a la calle por encima de partidos y sus representantes acongojados en sus casas, que no supieron estar a la altura. Eso sí, luego consiguieron apoderarse de este sentimiento en un claro intento de apaciguar esa furia popular de rebeldía española, que resultó no un fracaso, sino un claro ejemplo de lo que hacer en futuros acontecimientos que se avecinan. Nosotros por nuestra parte, solo intentaremos estar a la altura de lo que se espera.