Uno de los principales hitos de la aportación cristiana a la antropología consiste, por un lado, en una nueva concepción del ser humano, que será concebido como persona. De ahí que mejor que hablar de humanismo cristiano habría que hablar de personalismo.

Así, surge como tal el concepto de persona en el contexto de la teología. Teología y antropología cristiana son inseparables. Sin este referente cristiano fontanal, el concepto de persona no se entendería (y no se ha entendido), como lo prueba una modernidad que ha reducido el estudio de la persona a mera egología y la posmodernidad que aboga por una disolución de lo personal.

José Antonio confirma el valor único de la persona. La persona, de hecho, es por definición lo que no puede ser repetido dos veces; Única e irremplazable, por consiguiente. No cabe duda del hecho de que José Antonio se nutre de la herencia del patrimonio cristiano para rescatar la hegemonía de la persona. La doctrina política de José Antonio se deriva en gran medida de los principios filosóficos del cristianismo. Estos le inspiran en sus principios doctrinarios iniciales para concebir a la persona como un absoluto irremplazable, insertada en el mundo a través de las estructuras naturales de vida social. Además de sugerirle una crítica espiritual y moral de la sociedad, mucho más profunda y radical que la simple crítica materialista. El mérito de José Antonio reside en su voluntad por disociar el cristianismo del desorden establecido con el afán de conseguir que los valores cristianos puedan restaurarse en su integridad y en su fecundidad revolucionaria.

Así, el discurso joseantoniano aspira a la síntesis entre los valores del espíritu (desacreditados por el uso bastardo que de ellos ha hecho el mundo del dinero) y la personalidad moral y revolucionaria conservada en el alma popular. Como dice Sigfredo Hillers en su libro (Nacionalsindicalismo Joseantoniano), «la cosmovisión de José Antonio es la históricamente española; la tradicionalmente española… la interpretación católica de la vida, en suma. La hace suya, la incorpora a su doctrina, o si se quiere al revés, José Antonio inserta y acomoda su doctrina política, su planteamiento doctrinal a la Cosmovisión católica, fusionándose con ella, formando un cuerpo con ella. Esta es la esencia de la doctrina joseantoniana desde un comienzo y esta fue la explicación ideológica que siempre dio José Antonio, precisamente cuando le criticaban que la Falange era una imitación del Fascismo. España ha de volverse sobre sí misma; ha de volver a encontrar sus raíces, sus planteamientos doctrinales tradicionales (de Derecho natural cristiano) que le llevaron a su grandeza (espiritual más que material) ´´.

No obstante, La Falange no es un movimiento confesional. No está sometido a la directriz de la jerarquía eclesiástica. No se necesita hacer una declaración de fe católica para entrar en La Falange. José Antonio deja bien claro la escala de valores de la doctrina falangista: “En esta época, la idea de todos es la “unidad” metafísica, la unidad en Dios; cuando se tienen estas verdades absolutas todo se explica, y el mundo entero, que en este caso es Europa, funciona según la más perfecta economía de los siglos. Las Universidades de París y de Salamanca razonan sobre los mismos temas en el mismo latín. El mundo se ha encontrado a sí mismo. Pronto se realizará el Imperio español, que es la unidad histórica, física, espiritual y teológica». (José Antonio. Conferencia pronunciada en el Teatro Calderón de Valladolid. 3 de marzo de 1935).

¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!

La Falange de Barcelona

Fuente: Facebook La Falange Barcelona

 

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