Buenos días camaradas y amigos:
Los falangistas aceptamos el reto del siglo XXI, con el convencimiento de que podemos aportar soluciones eficaces y duraderas a las enormes carencias, económicas y sociales, de este sistema liberal capitalista que permite y fomenta la situación de pobreza y ruina total de cientos de millones de personas en todo el mundo.
Afirmamos rotundamente que somos capaces de instaurar una economía social, cuyas coordenadas nos conduzcan a sustituir el voraz ánimo de lucro como motor de la producción, por la ordenación vertical del patrimonio productivo, declarando la plusvalía, como el principal activo social capitalizado, frente a la economía de la especulación y la corrupción.
Estableceremos como principio fundamental e inamovible de la estabilidad económica de la nación, la defensa del valor adquisitivo del salario, como bien irrenunciable de la justicia social que propugna La Falange.
Hay que acabar de cualquier forma y a cualquier precio con los sueldos de miseria que tienen mayoritariamente los trabajadores españoles, lo que les hace vivir en millones de casos, en el umbral de la pobreza, o sin poder satisfacer de una forma racional la mayoría de las necesidades que además, de una u otra forma, les impone esta sociedad consumista capitalista.
A pesar de la revolución industrial, científica y telemática en que nos encontramos inmersos, hay que seguir considerando el trabajo como la principal aportación del ser humano y su patrimonio natural por excelencia, prevaleciendo la capacidad física o intelectual, frente al capitalismo salvaje, que le relega a un segundo lugar.
Por lo que es inconcebible, e inexplicable, que durante los últimos treinta y tantos años, coincidiendo precisamente con esta basura de Democracia amparada en esa asquerosa Constitución del año 78, el trabajo se haya convertido en el sueño de millones que españoles que no son capaces de encontrarlo, y de que, cuando lo hacen, tienen que aguantar situaciones de verdadera esclavitud y sueldos de verdadera miseria.
Se ha aceptado como normal, lo inadmisible, o esa, el hecho de que la tasa de paro en España llegue en muchos momentos al 25 % de la población en el peor de los casos, y que cuando estamos en «épocas de bonanza», según ellos, haya siempre como mínimo entre dos y tres millones de parados.
Han conseguido convertir esta sociedad en una masa aborregada y subvencionada, que prefiere no trabajar y vivir a costa de la «peonada» de turno, como forma de garantizar un voto cautivo en esa charlotada que se celebra cada cuatro años y que se llama elecciones.
Debemos garantizar en todo momento y frente a cualquier macro poder económico o político establecido mas allá de nuestras fronteras, que todas, absolutamente todas las fuerzas económicas deben someterse al derecho al trabajo.
Un derecho que se debe convertir en el mejor y mayor título de dignidad social de la persona, incluso para ejercer la máxima representación pública a través de un sindicalismo fuerte y nacional, que sustituya la usurpación que de ese derecho de todos los españoles, han hecho los partidos políticos, convertidos en verdaderas cuevas de ladrones, vendidos a bastardos intereses económicos para robar y especular.
El sindicalismo que propugnamos, no tiene nada que ver con el que están ejerciendo estos sindicatos del sistema, mas preocupados en llenarse los bolsillos con la subvención ilegal y con el engaño masivo a sus afiliados, que en defender los verdaderos intereses de los trabajadores y de España.
Por eso defendemos una nación, en lo económica, convertida en un gigantesco sindicato de trabajadores, que rechaza de plano la lucha de clases como expresión de las relaciones sociales y laborales en el ámbito de la producción y del trabajo.
No aceptamos el dogma marxista que propugna de forma irrenunciable el enfrentamiento hasta la total eliminación del contrario, porque los falangistas creemos que es algo totalmente nocivo para la convivencia y para el logro de la verdadera justicia social que defendemos para todos los españoles sin ningún tipo de exclusión.
Frente a la información manipulada y malintencionada que siempre dan de nosotros los medios de intoxicación del sistema, hacemos un llamamiento a todos los estamentos de la sociedad española, para evitar situaciones diferenciadoras y enfrentamientos inútiles, por entender que son enriquecedores entre sí, y debemos lograr que todos ellos estén al servicio de la mejor utilización de todas las fuentes de riqueza de nuestra Patria, poniendo todos, absolutamente todos los instrumentos de producción al servicio de todos los españoles, y muy especialmente, al servicio de los mas desfavorecidos y de aquellos que malviven en la pobreza y en la exclusión ante la complacencia o dejación de los poderes públicos y económicos.
Queremos que la economía social que propugnamos, tenga su más firme y sólido aliado en la familia, tan atacada, ultrajada y vilipendiada por esta sociedad verdaderamente intolerante y enfermiza.
Abogamos por el fortalecimiento del patrimonio familiar con la liberación total de cargas fiscales a las transmisiones «inter vivos» o «mortis causa» en el ámbito de la familia en primer grado, con una educación y una sanidad totalmente gratuitas, y una vivienda verdaderamente asequible que no suponga la hipoteca de por vida para millones de españoles.
A los falangistas nos cabe el Orgullo de poder decir que un ministro falangista en el Régimen anterior, realizara la transformación total de la sanidad española, creando la mas importante red hospitalaria para admiración de propios y extraños, sustituyendo los hasta entonces llamados hospitales de caridad, por magníficas residencias donde los obreros y trabajadores fueron atendidos como hasta entonces ni lo habían soñado.
Una sanidad que alcanzó un alto grado de perfección hasta que llegó aquel periodo nefasto de España, llamado transición política, donde como el resto de la sociedad, sufrió un auténtico colapso y una auténtica descomposición que nos ha llevado a la situación actual de privatización, listas de espera y hacinamiento en urgencias.
Desde entonces hasta ahora, el trabajador solo ha ido perdiendo derechos y se ha sentido más desprotegido frente al desempleo, a los despidos caprichosos por motivos económicos, a las reconversiones, a las jubilaciones anticipadas por intereses políticos o de empresa, y a desplazamientos forzosos, muchas veces bastardos, rompiendo con ello la unidad familiar.
Hasta donde pudimos, o hasta donde nos dejaron, los falangistas lo hicimos entonces y lucharemos de nuevo, sin descanso, para que en un mañana no muy lejano, se produzca una situación lo mas cercana al pleno empleo, con una verdadera estabilidad en los puestos de trabajo, garantizada por esa justicia laboral que hoy han arrebatado a los trabajadores.
Volverán las Mutualidades y los Montepíos, con todo el dinero y propiedades que sustrajeron los Gobiernos de la Transición para montar este asqueroso chiringuito en que han convertido a España.
Estos Gobiernos llamados democráticos que han tirado el dinero de los trabajadores en sueldos inútiles de ministros, diputados, senadores, alcaldes y concejales.
Que han instaurado un sistema mafioso de amiguismo al amparo de la corrupción de los partidos políticos y de los sindicatos, consiguiendo que la mayor parte de los jubilados y viudas o viudos españoles vivan en una situación indigna y prácticamente de la caridad, después de haber cotizado toda su vida.
Por eso quizás, estos liberales, da igual de derechas o de izquierdas, quieren acabar con lo poco que queda ya de aquellos derechos adquiridos por los trabajadores al amparo de políticas falangistas, teniendo en cuenta que son un obstáculo y grande, para este capitalismo salvaje que tiene a la persona como un simple número en una base de datos.
Necesitamos una verdadera Revolución Social, donde consideramos de vital y fundamental importancia, la existencia de un verdadero Sindicalismo, como medio para llegar a la Revolución NacionalSindicalista que cambie de una vez para siempre estas caducas y trasnochadas estructuras políticas y económicas del liberal capitalismo.
ARRIBA ESPAÑA
Manuel Andrino, Jefe Nacional de La Falange. (Discurso pronunciado en el Acto Nacional-Sindicalista celebrado el 1 de Mayo de 2015 en la madrileña Plaza de Chamberí).