Decía JOSÉ ANTONIO: (Bueno, con permiso de los «falangistas» más progres, esos que opinan y reflexionan muy sesudamente sobre por qué hay que olvidarse de símbolos, palabras o ideas de aquellos tiempos fundacionales):
«ANTE LAS CIRCUNSTANCIAS POLÍTICAS (21 febrero 1936): El resultado de la contienda electoral no debe, ni mucho menos, desalentarnos. La Falange luchaba simplemente, como ya sabéis todos, para aprovechar la magnífica ocasión de propaganda y ejercicios que se le ofrecía. No esperaba obtener puesto alguno, inasequible con una ley electoral que sólo los asigna a las dos candidaturas más fuertes; pero le urgía señalar con una clara actitud de independencia su falta de todo compromiso, y aun de toda semejanza, con los partidos de derecha. Esta finalidad ha sido conseguida con creces; nuestras candidaturas han sido perseguidas; no pocos votos nos han sido robados; hasta última hora se han puesto en circulación, de mala fe, rumores de retirada; pero, a costa de tales adversidades, hemos podido afirmar, con más limpidez que nunca, la línea inconfundible nacionalsindicalista. anticapitalista y revolucionaria de nuestro Movimiento.
De momento, no hay más advertencias que formular. La consigna para todos puede ser ésta: serenidad, confianza en el mando y fe inquebrantable en los destinos de nuestro Movimiento. ¡Arriba España!»
Estas palabras del Jefe son completamente aplicables a las circunstancias que «padece» España actualmente. Claro que dichas circunstancias son diferentes, parece que peores, porque ahora el enemigo es mucho más poderoso y está «globalizado». También los seguidores de la doctrina Nacional-Sindicalista son, somos, distintos, pero ¿Somos peores que los militantes de entonces? ¿Somos más cobardes? ¿Somos más tontos?, Podría ser, pero lo que nadie puede negar, -falangistas progres y «patriotas desconocidos» incluidos-, es que seguimos en aquella lucha que nació del alma de aquellos hombres a los que la España de entonces, triste, injusta y manipulada, les dolía tanto. No seremos muchos, no seremos los mejores, pero la España actual, tan moderna pero tan dócil, sin espiritualidad ni futuro, nos duele ahora a nosotros.
Siempre con permiso de los que tanto reflexionan y tanto critican desde sus «puestos» (que no sabemos cuáles son), decía J.A.:
«Pues bien: nosotros, que hemos acampado bajo estas banderas, que hemos requerido a todos para ser los primeros o los últimos –que esto no nos importa– en esta lucha trágica, decisiva, por España, acompañados o solos, seguiremos en nuestro puesto: unas veces seremos más, otras veces seremos menos. Se nos irá desprendiendo toda la ganga de los curiosos, de los cobardes, de los noveleros, de los que acudieron porque era moda hablar del Estado corporativo o ponerse una camisa de un solo color. No importa. Quedaremos los necesarios, los fervientes…»
Va a ser, entonces, que seguiremos teniendo presentes las palabras del fundador de La Falange casi mejor que los paternales consejos de unos o las burlas de otros. Vamos a hacer caso a nuestras conciencias y seguiremos lo que nos marca nuestra pasión por España, enfrentándonos con nuestros escasos medios a una sociedad manipulada y adoctrinada en el odio a todo aquel que quiera despertarla, que le exija esfuerzo, lucha, entrega… Será nuestro amor contra su odio, nuestra pelea contra su apatía, nuestro corazón contra su bolsillo.
Va a ser también, que no vamos a desmoralizarnos porque los «nuestros» aconsejen «cerrar» o «disolvernos» o que los otros nos quieran hundir proclamando a los cuatros vientos que los españoles no nos quieren, o bien, que la inmensa mayoría nos ignore. Otra vez José Antonio, cuando decía:
«¿Qué habrá llegado a saber de nuestro Movimiento el ciudadano medio español cuando político tan alerta como Miguel Maura, en trance de escribir benévolamente acerca de nosotros, ni siquiera conoce que hayamos dado señales de vida? Más: ignora hasta nuestro nombre.» (La censura prohibió en abril de 1936 la publicación de este artículo en Informaciones, que apareció en Baleares el 6 de enero de 1940).
Sabemos que vivimos en un régimen que se llama a sí mismo democracia pero que no es más que una dictadura liberal capitalista compartida con el más rancio antiespañolismo. Los que tanto reflexionan sobre los falangistas y sus errores también sabrán que este régimen liberaloide celebra la «fiesta de la democracia» con el circo de las urnas. Y también sabemos o deberíamos saber que la grandeza y continuación de nuestra Patria no se decide en las dichosas urnas.
«Sea lo que quiera el cuerpo electoral», como si el cuerpo electoral, como si nosotros, los que votamos ahora, fuéramos los autores de España».
Lo sabemos, y como lo sabemos, lo que decida ese «cuerpo electoral» que citaba José Antonio nos importa poco, porque está formado por gente manipulada, apática, o abiertamente antiespañola. Aunque tenemos fe en despertar a los españoles para que tengan sed de Justicia y busquen el bien común, el mensaje Nacional-Sindicalista todavía no les ha llegado. Ya se sabe, quien no sale en los medios vendidos al mejor postor y esclavos, por tanto, de sus financiadores, no existe. Para demasiados no existimos.
En estas pasadas elecciones, además de como Falange, nos presentamos en la coalición ADÑ, buscando llevar el patriotismo español al Parlamento Europeo, por supuesto como euroescépticos. Tampoco ha podido ser, España ha perdido la oportunidad de dar voz en aquel aburguesado parlamento a un verdadero español que ha tenido el valor de ponerse al frente de una coalición formada muy recientemente, con pocos medios económicos pero con toda la fuerza y las ganas de servir a España. Muy pocos han sabido de su existencia, lo cual era de esperar porque no se ha dado a conocer en ningún «gran medio», en ninguna tv, en ningún programa de esos de tanta audiencia en los que políticos bien pagados y mejor subvencionados montan el espectáculo haciendo que son muy dignos defendiendo y atacándose unos a otros, como si no supiésemos que TODOS están muy a gusto compartiendo «democracia».
Que Martín Ynestrillas hubiese podido llegar a la sede de la UE y que se hubiese podido oír su voz defendiendo a España y sus intereses, su dignidad y la de su campo, su industria, su ganadería, etc… frente a los atropellos y la ruina que nos han impuesto estos euroburócratas, hubiese sido bueno para España. Las urnas, las todopoderosas urnas, han decido que no, que mejor que todo siga como está, que sigan arruinándonos, que España siga siendo una nación sin futuro y, como dicen, «el geriátrico y el bar de Europa». Enhorabuena España.
Gracias a Martin Sáenz de Ynestrillas por su coraje y a seguir, que esto es el principio de una pelea muy difícil, contra un gigante poderoso. Una lucha en la que muchos caerán, desistirán o cobardearán.
Otros muchos seguirán «reflexionando» sobre lo que hay y lo que no hay que hacer. Nadie dijo que sería fácil: «Porque la verdad, como el pan, hemos de ganarla con el sudor de nuestra frente.»
Así que nada, seguid reflexionando los que lo hacéis tan bien. Nosotros seguiremos con nuestro estilo firme y con la FE de «siempre».
«Aquí estamos, en este lugar de cita, esperándoos a todos: si no queréis venir, si os hacéis los sordos a nuestro llamamiento, peor para nosotros; pero peor para vosotros también; peor para España. La Falange seguirá hasta el final en su altiva intemperie, y ésta será otra vez –¿os acordáis, camaradas de la primera hora?–, ésta será otra vez nuestra guardia bajo las estrellas.» |