Vivimos en una dictadura de pensamiento único que nos convierte en esclavos de las grandes finanzas pese a que tengamos la creencia de que somos libres y elegimos. Todo este engaño se mantiene bajo un dogma incuestionable: La Democracia.
Nos han hecho creer que lo bueno y lo malo dependen del resultado de unas urnas, por lo que algo criminal podría dejar de serlo si así lo decide la mayoría. El bien deja de ser una categoría permanente.
Nos han hecho creer en los partidos políticos como origen y fin de la forma de gobierno.
Y nos han hecho creer que este es el mejor sistema posible. Una creencia irrefutable en estos tiempos.
Pero los hechos son tozudos y demuestran que la democracia, y en especial la democracia liberal no sólo no es el mejor sistema posible sino es la peor de las tiranías por ser una estafa en su totalidad.
Esta democracia sirve para que nos dirijan los que tienen el poder económico haciéndonos creer que somos nosotros los que decidimos, La democracia obliga a los partidos políticos a dedicar todas sus energías en una continua campaña publicitaria de mentiras y enfrentamientos para conseguir votos que necesita para triunfar el dinero de quién acumula el capital y ya se sabe que quién paga manda.
Pero cada vez más españoles se plantean de qué no sería capaz España en el mundo si fuéramos libres y todo ese esfuerzo inútil se dedicara a gobernar.
La Falange, desde su nacimiento, hizo de la crítica a los partidos políticos y a la democracia liberal uno de sus pilares doctrinales. Un mal que seguimos arrastrando y que es el escenario perfecto para la corrupción y el triunfo de la mediocridad. Por eso nuestra lucha es hoy más necesaria que nunca. La mayoría pensará que combatir este sistema es una batalla perdida; pero algunos, cada vez más, sí creemos que la victoria es posible. Es cuestión de trabajo y tiempo conseguir despertar a un número suficiente de españoles para acabar con esta tiranía.
Otra España no sólo es posible; es urgente y necesaria.