El pasado domingo, 11 de enero, cientos de miles de personas -las cifras oscilan, como es costumbre en este tipo de acontecimientos, entre las setecientas mil y los dos millones- se manifestaron en París, con carteles con la inscripción «Je suis Charlie Hebdo», por la libertad de expresión. Proclamaban que la libertad de expresión forma parte del núcleo más íntimo de la dignidad humana y que, por tanto, tiene preeminencia sobre el propio derecho al honor, tanto de los individuos, como de las colectividades, de las religiones y hasta del mismo Dios. Reivindicaban, en consecuencia, el derecho a la blasfemia como un derecho amparado por la libertad de expresión. El Presidente Hollande invocaba esa libertad para reclarmar la solidaridad del Pueblo francés y de la Comunidad Internacional con la revista Charlie Hebdo, y hacía un llamamiento a las comunidades musulmanas en Francia para que se sumaran al «valor de la tolerancia», inherente a la República Francesa. En España, y en todas las Naciones de la Unión Europea, se pronunciaron vehementemente en favor de ese discurso. La clase política española, el Congreso de los Diputados, las Instituciones y los Comisarios Políticos de los Medios de Comunicación exaltaron la libertad de expresión como núcleo de las democracias occidentales y de las sociedades europeas. Libertad que no debía ceder ante ningún otro derecho fundamental o libertad civil, en caso de colisión. Hasta se resaltó en las televisiones el contenido de una pancarta exhibida en la manifestación de París, que rezaba así: «Discrepo de tu pensamiento, pero moriré para que puedas defenderlo».
Pero, a la hora de la verdad, todo este discurso es pura palabrería. Incluso peor, es una mentira hábilmente manejada para conseguir el desarme ideológico y moral de los Europeos y de todos los Pueblos de Occidente. Se trata de una herramienta para hacer que abdiquemos de los principios y valores en los que se fundamenta la Tradición europea y para que renunciemos a la defensa de nuestra Identidad.

El día 13 de enero, se presentó -vía fax- escrito de comunicación de una concentración, a celebrar el día 23 de enero, desde las 18’30 a las 20’30 horas, ante la Mezquita de la M-30 -sita en Madrid, calle Salvador de Madariaga, 4-. Ayer, 16 de enero, hemos recibido copia de la Resolución dictada por la Delegada del Gobierno en Madrid, por la que se acuerda PROHIBIR la referida concentración. Se ve que la Delegada del Gobierno, Doña Cristina Cifuentes, no está dispuesta a morir por los postulados de los que discrepa y es más proclive a prohibir su difusión.
El objeto de nuestra concentración es «LA DENUNCIA PÚBLICA DE LA PRESENCIA DEL ISLAM EN ESPAÑA Y EN EUROPA, QUE CONSTITUYE UNA AUTÉNTICA INVASIÓN DE LA CRISTIANDAD EUROPEA».
La Resolución gubernativa llega a señalar que este lema atenta directamente contra la libertad religiosa de los musulmanes y supone una provocación a la discriminación contra éstos. Considera que se podría estar incurriendo en los delitos tipificados en los artículos 510 -incitación al odio- y 523 -contra la libertad religiosa-.

El gran pensador alemán Oswald Spengler escribió que el liberalismo era la forma de suicidio de las Sociedades enfermas. Este aserto tiene plena aplicación a las actuales Sociedades europeas. El Derecho musulmán divide el Orbe en dos partes fundamentales: Dar al-Islam (Casa del Islam) -países con gobiernos musulmanes- y Dar al-Harb (Casa de la Guerra) -la tierra de los infieles-. Esta mera denominación -Casa de la Guerra- indica el concepto del Islam sobre quienes no profesan su religión: los países no musulmanes pueden ser objeto de agresión por parte de los musulmanes. Y, dentro de las fronteras de Dar al-Islam, el papel de los no musulmanes es de postergación. El Derecho musulmán establece que las regiones no musulmanas, así como los bienes de quienes profesan una religión distinta del Islam, pertenecen virtualmente al Islam, y se debe tratar de hacerlos volver a su sujeción a éste cuando las circunstancias lo permitan. Derrocados los Regímenes políticos nacionalistas árabes, por la acción criminal del Orden Mundialista imperante en Occidente, el Islamismo ha colocado a los fieles de otras religiones -especialmente a los Cristianos- en su punto de mira, desencadenando contra ellos una política de exterminio. Irak, Egipto, Siria y varios Estados del Africa Negra son ejemplos de ello. El rapto de niñas y jóvenes cristianas, entregadas a la esclavitud sexual, o la matanza sistemática de las colectividades cristianas árabes y negras -hombres, mujeres, niños y ancianos-, que no aceptan su conversión al Islam, dan prueba del carácter expansivo del Islamismo. Pues bien, mientras en los países musulmanes se persigue sangrientamente cualquier manifestación externa de Culto o declaración de profesión de una religión que no sea la musulmana, en el Occidente Romano-Cristiano (Casa de la Guerra-Tierra de Infieles) cometemos el acto suicida de abriles las puertas de par en par a los seguidores de esa religión opresiva. De proseguir esta invasión, Occidente se encamina inexorablemente a un destino fatal. La agresividad del Islam, su imposible asimilación a la Cultura Europea y la «guerra de los vientres» -que supone una paulatina sustitución de las poblaciones europeas por otras foráneas- así lo indican. La gloriosa victoria de Carlos Martel en Poitiers, en el año 732, que cerró el avance sarraceno, y los casi Ocho Siglos de la Reconsquista española no habrán servido de nada.

Frente a esta ingeniería social de la multiculturalidad y la multirracialidad, diseñada por el Orden Mundialista, frente a la complicidad de la clase política de las democracias occidentales y frente a la claudicación de parte de las Sociedades europeas, los Nacionalistas europeos sostenemos la Causa de Occidente, la Causa de nuestra Identidad.

En definitiva, los militantes de Alianza Nacional -promotora oficial- y de La España en Marcha (LEM) no aceptamos la prohibición dictada por la Delegada del Gobierno en Madrid, y, en consecuencia, mantenemos la convocatoria de la concentración anunciada, ante la Mezquita de la M-30, en la calle Salvador de Madariaga nº 4, para el día 23 de enero (viernes), a las 18’30 horas.
Asimismo, hacemos un llamamiento a todas las Asociaciones y Organizaciones patriotas para que se sumen a esta concentración.