Después de seis años de «diligente» proceso, llega por fin la sentencia del caso «Falange y Tradición», el peligroso grupo terrorista armado y organizado de «extrema derecha» que a punto estuvo de subvertir el orden constitucional en Navarra en el año 2009 con arsenal tan formidable como unos botes de pintura y un palo al que los acusados calificaban como «as de bastos».
Entre los actos de terrorismo que ponían en solfa el orden constitucional en esta piel de toro se contaban, según el relato del fiscal de la AN, pintar la bandera de España sobre una placa de Dolores Ibárruri,»La Pasionaria»; pintar «Viva Cristo Rey» y «Arriba España» en tapias de cementerios de puebluchos perdidos de Navarra; así como romper en ellos algunas placas de la «memoria histórica» republicana y amenazar a concejales proetarras a través de pintadas en vascuence en el ayuntamiento de Arbizu, alguno de los cuales hoy en prisión por pertenencia a ETA. Por todo ello el fiscal pedía siete años y las acusaciones particulares filo etarras hasta 48.
Tras un calvario de un mes de reclusión como «presos de especial peligrosidad», fianzas, costes procesales, ostracismos sociales, amenazas y daños por parte del entorno etarra; un vizcaíno, un guipuzcoano y un navarro salen hoy condenados a entre un año y medio y dos años de prisión por estos hechos, que la Audiencia Nacional no considera terrorismo, sino amenazas en forma de «aquelarre» en el contexto de un «discurso maniqueo de la dictadura franquista» en el que el maestro de ceremonias parece ser el abogado Jose Ignacio Irusta, cuya conducta está «caracterizada por la exhibición de la intolerancia y menosprecio al reconocimiento de quienes sufrieron violentamente esa misma intolerancia ideológica».