Transcribo a continuación el soneto encontrado entre los papeles de mi padre, a los cuatro meses de subir a la casa del Padre. Sus versos, absolutamente visionarios, cobran ahora su verdadero significado.
Cantadme el cara al sol cuando yo muera
si es que queda una voz para entonarlo,
si perdura el arrojo de gritarlo
con el alma y en alto la bandera.
Cantadme el cara al sol cuando yo muera,
acaso yo lo escuche todavía,
está en el cielo azul su melodía
como el grito del alba en primavera.
Cantadme el cara al sol en la esperanza
de arrebatar su sitio a la amargura.
Con tristeza el mañana no se alcanza.
Que la rosa en el puño aprisionada
recobrará mañana su tersura
del rencor y del odio liberada.
José Utrera Molina