La celebración de la diada en Cataluña vuelve a ser el ejemplo más claro del poder que puede llegar a tener la mentira, su aceptación en las masas y lo huérfana que puede llegar a estar la verdad.
Un hecho histórico incuestionable de hace más de tres siglos en el que dos dinastías se enfrentaron por la corona de España, ha sido convertido en una guerra Cataluña contra España: Y esta gran falsedad, es el principal fundamento histórico del separatismo.
Profesores, historiadores, políticos, asociaciones y campañas públicas han ido contagiando de mentiras las mentes de una parte importante de nuestra sociedad. Y nos han conducido a la actual amenaza de ruptura nacional.
Los sediciosos movilizarán a una gran masa que se siente agraviada por unos sucesos históricos que nunca se produjeron como piensan, y han olvidado sus raíces incluso familiares. Reclamarán democracia junto a los del tiro en la nuca y la violencia callejera. Dirán que España les roba junto a la casta política de Pujol y sus descendientes políticos. La razón no importa para nadie cuando se invierte lo suficiente en la mentira. Y aquí se ha invertido mucho.
Tanto se ha invertido que quiénes tendrían que ser los primeros en salir en defensa de la verdad no es que la hayan abandonado sino que han colaborado activamente para su derrota.
Fijémonos, por ejemplo, en los patriotas, 14 para ser exactos, que osaron enfrentarse a la mentira: Fue en el año 2013 en la librería Blanquerna cuando irrumpieron un 11 de septiembre al grito de “Catalanidad es Hispanidad” o “No nos engañan, Cataluña es España”… Detenciones exprés de la Policía NACIONAL, el MINISTRO dando explicaciones en el CONGRESO de los Diputados y una aberrante sentencia de 4 años a los 14 patriotas por el tribunal SUPREMO.
Algunos pensaran “qué malos son los separatistas” otros sabemos que la responsabilidad recae mucho más allá que en ese movimiento marginal no hace tanto años en Cataluña.
Lo dicho, cuánto poder tiene hoy la mentira y qué huérfana está la Verdad.