La Falange no ha querido permanecer inmóvil ante un nuevo atropello de persecución histórica: Manel Montanyà fue el pequeño de cuatro hermanos de una familia del municipio de Granollers (Barcelona). Como tantos otros catalanes, decidió enfrentarse al horror que imponían los comités revolucionarios y que tan de cerca sufrió su familia. Falangista valeroso fue alférez provisional y cayó heroicamente en la batalla del Ebro a la temprana edad de 24 años.
Fue uno más entre los que combatieron por una España mejor, en los momentos más difíciles. En 1941 su ciudad natal le dedicó una pequeña plaza, como homenaje sincero a un joven que dio su vida, a una familia que fue especialmente perseguida y también a todos aquellos alféreces provisionales que con tanto honor sirvieron en el bando Nacional.
Pues bien, los herederos de aquellos comités revolucionarios, los de los paseos y las chekas, siguen persiguiendo a los que les vencieron de frente en los campos de batalla. Comisiones bien subvencionadas siguen la busca y captura de todo monumento o nombre de calle que no resultan simpáticos a la “des-memoria histórica” que intentan imponer a las nuevas generaciones. Después de años intentándolo, este enero, los grupos municipales comunistas y separatistas se han salido con la suya con la complicidad, o más bien traición, de parte de la familia Montanyà.
Pero para desgracia de todos ellos, los falangistas estamos orgullosos de nuestra historia y contamos con la fuerza que aún tiene la verdad. El intento rencoroso de borrar el recuerdo de un héroe nos ha llevado a muchos a conocer su ejemplo. Por ello, le hemos vuelto a homenajear como se merece; con una simple pero sentida palabra, que seguro recibe con tímido gesto de felicidad en su lucero.
Camarada Manel Montanyà: ¡PRESENTE!
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