Hace unos días, los españoles nos pusimos de acuerdo, por una vez, en algo. Al contar las campanadas, todos cruzamos los dedos porque parece que, entre uvas y champán, la vida nos da otra oportunidad. Queremos ser más generosos, más desprendidos, más entregados por lo que nos importa -algunos se conforman con aprender inglés o apuntarse al gimnasio-. Queremos ser mejores y no sabemos muy bien cómo. Ahora tienes una buena oportunidad.

En La Falange lo tenemos fácil. Para ser más abnegados y más sacrificados, para ser mejores y más fuertes, para poder sostener la mirada en el espejo por las noches sin titubear, sólo tenemos que mirarnos en el ejemplo de los camaradas que entraron, a empujones que salen del aliento y la indignación, en Blanquerna. Fue hace dos años. Lo recuerdas bien.

Ellos conocían las consecuencias que tendría aquello, pero el corazón tiene razones que la razón no entiende, y salieron al ruedo ibérico a defender a la patria -a su patria, a nuestra patria, a TU patria- con el ímpetu y la decisión, con el brío y el arrebato de quien defiende a sus padres cuando están siendo atacados, o a sus hijos cuando están siendo agredidos y humillados. En tales circunstancias, no caben medias tintas, ni cálculos electorales, ni elucubraciones cobardes y, como tantas veces, nuestros camaradas nos dieron una lección para que des-aprendamos las enseñanzas del mundo moderno:

Primero: la patria es una Hermandad militante de entrega y servicio, y si no, no es nada. Y se hace camino al andar.

Segundo: el patriotismo no es pulseritas en la muñeca, sino ejemplo de sacrificio. Y se hace camino al andar.

Tercero: los falangistas no tienen miedo. Saben que la vida es heroísmo, y que ante Dios y ante la patria no existen héroes anónimos. Y se hace camino al andar.

En la televisión no te lo contaron así. Pero ya sabes que ellos se alimentan de la mentira, y nosotros de la verdad.

Ahora, ellos te necesitan a ti. Y si brindaste hace unos días pidiendo los deseos de año nuevo con los que la televisión te ha programado para que creas que así serás feliz, desengáñate. No necesitas nada de lo que te venden. Estás sediento de valores. De los verdad. De los que veías en tus abuelos. Entrega y sacrificio. Honor y lealtad. Apaga la tele y empieza a escuchar las enseñanzas de tu sangre, donde todavía corren los anhelos de virtud, de patriotismo, de nobleza y sacrificio.

Porque ahora eres tú el que puedes  ayudar a estos camaradas, a estos patriotas, a estos héroes, que ahora están solos, olvidados de los focos de aquellos días.

Ahora eres tú el que puedes demostrar que los deseos de año nuevo no eran de mentira, sino que de verdad quieres ayudar a las causas nobles.

Aquí tienes una.

ES90 0019 0353 54 4010038795

No los ayudes porque te necesitan.

Ayúdalos porque tú los necesitas a ellos.

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