Asistimos a un espectáculo mediático y degenerado sobre el día de la mujer, que lejos de conmemorar el verdadero motivo del ocho de marzo, se ha convertido en una pantomima en la que se hace propaganda femimarxista a diestro y siniestro. Toda una semana repleta de actos y absurdas reivindicaciones, que pretenden otorgar a la mujer igualdad frente al hombre. Igualdad por medio del odio. Odio hacia cualquier persona que no piense como ellas. Y es que esto del femimarxismo es una estrategia más del sistema capitalista, bajo las órdenes del Nuevo Orden Mundial, para destruir la sociedad. Han sustituido la lucha de clases por la lucha de sexos, mostrando en todo momento repugnancia hacia la masculinidad, viendo en ellos rivales a vencer.
Este monstruo morado que ha creado el sistema, se basa en el conocimiento de que la mujer es el pilar fundamental de la familia, y por ende, de la sociedad. Las femenistas rechazan el deseo ardiente de maternidad que el resto de mujeres sí tenemos, lo que refleja una vez más su voluntad de no tener relevo generacional. Odian la maternidad y todo cuanto tenga relación con ella. No sienten compasión por los hijos que indeseablemente han concebido. No son capaces de asumir las consecuencias de sus actos. Se recrean en el aborto, y lo plantean como solución que las hace más mujeres, y las libera de la “carga” que les oprime. Una carga que a cualquier otra mujer, indudablemente, la hace feliz.
?Olvidan que a ellas no se les negó la vida.
?Olvidan que sin sus padres, ahora mismo no existirían.
?Olvidan que hombre y mujer son complementarios, no iguales.
?Olvidan que una mujer no es más que un hombre por ser mujer, sino por estar más capacitada en ciertos aspectos.
?Olvidan que la sensibilidad de la mujer como madre nunca podrá ser reemplazada por un hombre.
?Olvidan, también, a Mercedes Formica, que rompiendo su silencio, impulsó en los años 50 la reforma del Código Civil, reivindicando derechos básicos de la mujer, y que tuvieron mucha repercusión en la época y hasta el día de hoy.
?Olvidan que la feminidad es algo inherente a la mujer, y que ésta no radica en presentar el cuerpo desnudo, ni en el exhibicionismo.
Lo que denigra verdaderamente la dignidad de la mujer son las modas ridículas, que hacen de la mujer un trozo de carne y el reggaetón, que incita con el ritmo y las letras de sus canciones a usar a la mujer como un objeto sexual para el hombre. Paradójicamente, basta con pisar alguna discoteca de España para comprobarlo. Se reduce así a la mujer a sus instintos más básicos, se la trata como un animal. Pues bien, es probable que me consideren retrógrada y machista por vestir con elegancia; por defender la vida desde su concepción hasta su muerte natural; por considerar familia únicamente a la formada por un hombre y una mujer; por luchar por la conservación y transmisión de nuestra Fe y raíces cristianas, por defender siempre la Patria y la justicia social… Pero sepan ellas que, me llamen como me llamen, aún queda un reducto de mujeres políticamente incorrectas que están dispuestas a dar la cara por la defensa de la Verdad.