Cuando los grandes medios de comunicación son correas de trasmisión de las mentiras del poder, el ciudadano está vendido. Y es eso, exactamente, lo que nos está sucediendo.

Es excepcional conocer las noticias de primera mano, así que quién te las explica y cómo te las explica tiene un poder enorme. Tal es su poder que las altas finanzas tienen a su servicio a televisiones y periódicos. Por eso se hace tan difícil tanto conocer la verdad como el poder difundirla.

Pero hay casos que claman al cielo y que no requieren más que una mínima lógica. Nos referimos a la noticia del detenido en la Sagrada Familia. El que no haya sido capaz tan siquiera de dudar es que ha sufrido una lobotomía cerebral severa.

Según políticos, policía, medios y hasta el juez que le ha dejado ya en libertad se trata de un simple turista francés que debido a su profesión (militar) y a un descuido suyo se le detectó un cargador de balas en el arco de seguridad de la Sagrada Familia de Barcelona

Una versión muy idílica que a nadie alarma y que ha hecho que hoy ya no se hable de ello. Pero la realidad es que estamos en nivel alto (4 de 5) de alarma terrorista; que esta misma semana la policía buscaba a un yihadista que había llegado a Barcelona para atentar con un atropello masivo.

Y, en concreto, este nuevo suceso ocurrió «casualmente» en la festividad católica de la Sagrada Familia en el monumento universalmente conocido de la Sagrada Familia; no sabemos si es militar o ex-militar pero sí su origen argelino; llevaba en la mochila cinco cargadores y varias armas blancas; la pisotola que se le encontró en su coche tenía borrado los números de serie; y que es totalmente inverosímil que viniera a España a «hacer prácticas de tiro»

¿Era un turista o venía a atentar haciéndose con un arma de fuego de algún agente? ¿Quería sólo probar las medidas de seguridad de un monumento tan señalado? ¿Estaba sólo? El asunto es de tal gravedad que se le debería haber aplicado la ley antiterrorista hasta conocer toda la verdad. Pero en vez de eso y en menos de 24 horas, el ministro de Interior Marlaska descartaba la posibilidad de que se tratara de un yihadista y en menos de 48 horas el juez le dejaba en libertad con cargos sólo por tenencia ilícita de armas. Resulta del todo increíble ver la velocidad policial y judicial en este tipo de sucesos.

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