Hay muchas formas de dar la mano. Pero nadie la estrecha como un falangista. Hay muchas formas. Y todas son válidas. Pero hay joyas que sólo brillan, y otras que resplandecen.
Damos la mano porque en ella está nuestro único secreto: el olor a madera y a tierra, a sangre y arena, a españoles que sueñan justicia como los olivos sueñan con la lluvia.
Damos la mano porque no nos basta con nuestra vida, y queremos la del otro. Porque somos España en los otros. Porque nos contagiamos de España en la mirada del camarada.
Damos la mano porque cuando comemos el pan olemos el trigo y la tierra, y cuando damos la mano vemos a Dios en la mirada clara del camarada.
Porque la Falange es una de las pocas verdades que quedan en nuestro mundo, y nosotros tenemos voluntad de ser hombres. Sueños de heroísmo. Sed de verdad.
La Falange se va derramando sin consumirse. Por más que quieran secarla, el agua se hace inagotable, la primavera vuelve a reír en una partitura sin límites.
Estamos firmes. Frente a un mundo que se hunde en mentiras, donde nada es lo que parece, esperamos firmes las órdenes para atacar. Porque somos la espada divina de la España eterna. La caballería entusiasta de Don Quijote para liberar a todos los españoles de la tierra. Liberarlos de la injusticia, del vacío, del mal. De este mundo sin Dios del que no queremos nada. Nada.
Cuando los hombres ya no son hombres, y las mujeres han dejado de ser mujeres. Cuando a los niños ya no se les deja ser niños. Cuando el dinero ya no tiene valor sino veneno. Cuando las escuelas no enseñan y los hospitales no sanan. Cuando la manzana no sabe a manzana y el trigo no conoce al sol sino que salió de un laboratorio. Cuando ya no hay bosques sino jardines de ciudad. Cuando las rosas son de plástico y el banquero juega a la ruleta rusa con tu trabajo. Cuando el arte busca no la belleza sino el horror. Cuando el trabajo no libera, sino que esclaviza, los falangistas nos damos la mano.
Porque estamos juntos y el enemigo está enfrente.
Porque somos españoles y no queremos ser otra cosa.
Porque somos La Falange.